7/03/2007

LIBROS: El guerrero número 13

Entre caníbales y vikingos (Emecé, 1977)
Devoradores de cadáveres (Plaza & Janés, 1988)
El guerrero número 13 (DeBolsillo, 2003)


Título original en inglés: Eaters of the dead (1976)


Vaya una serie de traducciones al título original de esta entretenida e interesante novela. Desde el anodino de Emecé, pasando por el más exacto de Plaza & Janés, parece ser que la versión definitiva se quedará con el título dado a la película basada en el libro, dirigida por John McTiernan en 1999.

La historia no puede ser más imaginativa y colorida: en el siglo X de nuestra era, el árabe Ibn Fadlan debe abandonar su amada Bagdad y dirigirse nada menos que a la lejana Bulgaria, en calidad de embajador (lo que nos revela que los árabes de esa época viajaron por más lugares de los que podemos pensar). Entra en contacto con los vikingos, quienes son atemorizados por una amenaza legendaria: los wendol, o devoradores de cadáveres, demonios que habitan en la niebla y que son aparentemente indestructibles. Un grupo de guerreros, liderados por Buliwyf, es designado para cumplir con la misión de enfrentarse a los wendol. Y quieren las tradiciones y rituales mágicos que los grupos de guerreros deban estar conformados por trece hombres, siendo el decimotercer guerrero de esta aventura el pobre Ibn Fadlan, más hábil con la pluma que con la espada. Muy a su pesar, es embarcado hacia tierras más remotas que su destino original, en medio de hombres cuya cultura recién empieza a conocer…

Los hechos son narrados desde la perspectiva de Ibn Fadlan, quien pasa del asombro y el recelo ante estos toscos guerreros que copulan, beben y ríen en su presencia, a la admiración y emulación de sus virtudes, como son la lealtad, el espíritu de grupo y el coraje. Por cierto, su carácter exótico lo hace objeto a su vez de la curiosidad de los vikingos, quienes tampoco entienden a este hombre de piel atezada que adora a un solo Dios, sabe escribir y vive obsesionado con la limpieza.

Ibn Fadlan (a diferencia del personaje de la película, que puede aprender idiomas en una semana) debe recurrir al latín para comunicarse con sus forzosos compañeros de aventura, entablando una suerte de relación amical con el propio Buliwyf, quien admira su dominio del arte de la escritura, y con su lugarteniente Herger, con quien suele entablar discusiones sobre religión, moral y otros aspectos que podríamos llamar culturales.

Tras una larga pero no aburrida introducción al mundo vikingo (que están lejos de ser los brutos con cascos de cuernos que la imagen popular les atribuye), los héroes llegan a las tierras donde moran los terribles wendol. Demás está decir que todos, incluso Ibn Fadlan, deben vencer su propio miedo y adentrarse en terrenos desconocidos, hasta la misma guarida de los monstruos (de los que se van encontrando algunos restos y armas que arrojan una posible explicación sobre su origen y naturaleza). Los enfrentamientos entre ambos bandos son tan sangrientos como puede deducirse del título de la novela.

Chrichton incluye en su texto notas y apéndices que ayudan a una mejor comprensión de los hechos narrados, dejando al lector una serie de hipótesis e incógnitas sobre el destino de Ibn Fadlan, la conexión entre Buliwyf y el héroe Beowulfo, y sobre todo, el destino de los misteriosos wendol. Entretenida de principio a fin.

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