3/09/2008

Libros: RIHLA


Rihla
Juan Miguel Aguilera
Colección Pegasus
Editorial Minotauro, 2004
424 pp.

Ya desde el título Rihla (aventura, viaje sagrado) nos da señas de prometer y si es cierto que la obra al principio parece ofrecer un ritmo algo moroso, va lentamente cuajando en una historia sólida y abierta a muchas interpretaciones ya sea desde el campo de la Fantasía pura y dura como desde el más riguroso de la ciencia ficción, que la enmarca en la tradición de la Ucronía.

Nuestro principal personaje es el sabio (Faquih) sufí Lisan-Al-Aysar Ibn-Barrayar Ibn-Xahin (quizás me equivoque con el nombre pero bueno) es un hombre con dos obsesiones: la primera, el conocimiento, como fiel seguidor del sufísmo, es su búsqueda de conocimiento lo que lo hace empujarse a sí mismo y a su hermano de amistad Ahmed junto con su manumiso esclavo Jâmil hacia una aventura incierta y mal recomendada por más de un punto de vista.

Tal es la obsesión de Lisan que sin quererlo, termina en garras de los ambiciosos genoveses, quienes, siendo de los principales poderes comerciales, no desean que un sarraceno sabihondo les arruine la fiesta y es otro encuentro desafortunado el que le permite salir de su cautiverio, al cruzarse con un "mameluco" llamado Baba Ibn-Abdullah, quien lo sacará de Genova por un precio quizás demasiado alto.

Luego transcurre lo verdaderamente interesante, la preparación de un viaje extraordinario más allá de las columnas de Hércules hacia el extraordinario destino mencionado en unas oscuras tablas tirias (o fenicias, esto es) que mencionan la destrucción de una isla presenciada por un poderoso mago llamado Talos el Rojo. No es esta otra que Santorini (o Thera) el autor se detiene en detalle en el periplo incluso anunciado por presagios y portentos y finalmente, por el desastre.

Y es a partir de estas peripecias que el autor pone de relieve su oficio: en el choque entre los "fuertes" musulmanes y los "salvajes" americanos, tanto itzás como méxicas, el contraste entre ambas visiones, los aterrados y desgarradores momentos de los rituales de las sangrientas liturgias y las alucinaciones invocadas que van apuntando con todo a un momento de confrontación crucial, el fin de un ciclo, la caída de un sol y con ello, nada menos que el fin del mundo.

Y poco a poco, las revelaciones, los misteriosos ojos que Lisan no puede sacar de su mente -su otra obsesión-, mayas y méxicas que parecen recordar vidas anteriores o ser inmortales, magia de dioses ocultos, y un Baba que no parece ser musulmán siquiera, sino un monarca cristiano (y mago) que gustaba de empalar otomanos para sus muy particulares propósitos (para que el lector enterado saque sus propias conclusiones)

La novela deja en general un buen sabor, es de ritmo agradable y de lectura magnética, y además es notorio el esfuerzo del autor en documentarse e investigar sobre las costumbres tanto de los mayas como de los méxicas que son relatadas con exquisito detalle desde el punto de vista de Lisan.

un punto bajo de la historia es el tener quizás demasiados personajes que merecerían un mejor tratamiento (o mejor dicho, más tiempo en cámaras) como es el caso del ya mencionado Baba o Koos Ich el guerrero maya, incluso su esposa Sac Nicte, merecerían quizás un mejor desarrollo en sus personajes, ya que sus apariciones son meramente instrumentales para un plan mayor que conduce hacia la confrontación final, además el final algo abrupto que deja más preguntas que respuestas, sobre todo muchas cosas que deberían haberse explicado y que se dejan a alusión del lector, pero que no desmerce el conjunto de la obra: a saber, una novela sólida, bien documentada y de una aventura no trepidante, pero si estremecedora y con profundos tintes esotéricos.

3/06/2008

CINE: Sweeney Todd, El barbero demoniaco de la calle Fleet

¿Qué hace el Remake cinematográfico de un musical de Broadway en la casa de jarjacha? pues esa es una pregunta que tiene una respuesta muy simple y que se relaciona con la segunda palabra en el encabezado de nuestro blog ¿y que decía eso? Fantasía, Terror y misterio, y si, se trata de terror.

Y es que antes de un Fábula moralista y pletórica de realismo dostoyevskiano sobre el crimen, el castigo y la venganza (muy a lo siglo XIX) el musical del Arthur Sondheim explora los tormentos y horrores cotidianos y la forma en la que cada uno de nosotros, grande o pequeño, poderoso o insignificante los enfrenta y sobrevive o no a ello, o al menos esta es la interpretación que puedo hacer del enfoque del director, el célebre Tim Burton, al respecto.

El primer personaje en el que se hace patente esta particular inclinación es el desafortunado protagonista Benjamin Barker (Johnny Depp) quien, apartado de su esposa y de su pequeña hija por una calumnia y encarcelado sin razón por quince años, regresa a la Londres de sus dulces días para cobrar venganza.

Es notorio el contraste entre las escenas de Flashback y las de este presente descorazonador y estremecedoramente oscuro y sórdido de los arrabales de la Gris y empobrecida Londres del siglo XIX, el Barker (o Todd) de la Historia no es más que una pálida sombra, un perdedor cuya única tabla de cercanía con la sania no es otra que el vago recuerdo de una hija perdida y sobre todo, el ansia de venganza contra el "Honorable" Juez Turpin (Alan Rickman) responsable directo de los enredos que arruinaron su vida.

En el inicio de su peripecia, se encuentra con otra alma perdida como él, la pastelera Señora Lovett (la siempre eficiente y musa de Burton Helena Bonham-Carter) y los anodinos detalles de su vida y los pasteles de carne que hace (o no puede hacer y que rellena con una serie de "jugosos" aditamentos) y este encuentro es tan providencial como anunciado, ya que la Sra. Lovett se vuelve colaboradora, artifice y complice de las tropelías del infame Todd, y también lo acompaña en su descenso hacia la locura y la sed de sangre. Es en esta poderosa dupla actoral que se sustenta el peso de toda la historia.

Y así como abunda el odio en esta historia, también debe encontrarse una pizca de amor, y allí es donde la desdichada hija de Barker, Johanna (Jayne Wisener) encaja, y no es otro que el romántico compañero de Todd, Anthony Hope (Jamie Campbell Bower), cuyo nombre de hecho no es casual, dado que Hope significa esperanza. Y ahora entre estos dos se celebrará, inevitablemente una version acaso más féliz o más desdichada de Romeo y Julieta.

Y es en la tensión entre estos dos amores (el de Lovett por Todd y el de Hope por Johanna)una obsesion (la de turpin por Johanna) y el Enorme Odio de Todd, que la cinta fluye como una serie de imagenes impresionantes, destaca sobre todo el manejo del color, pletórico de tonos fríos y lobrégos tan conocidos de Burton y sobre todo, la palidez cadavérica de los dos protagónistas, tal vez una alusión a la muerte en vida de la que habla Camus en El mito de Sísifo en el que la vida no es mas que una muerte cierta en la que nos hundimos, y es que, sin nada a lo que aferrarse, bien puede decirse que no se vive.

Extraordinariamente llevadas son las escenas de sangre y el descenso de Todd hacia la locura homicida, narrada con alusiones pero sin explicitar en el Gore -y es que es un musical, ya que estamos- y la fluidez de las escenas en la que convergen lo gris-real contra lo soñado-luminoso, para terminar en un climax final impresionante y que, si se quiere ver como fábula moral, podría leerse como La venganza no es un plato que deba calentarse o El crimen paga, pero cobra doble.

Muy recomendable, sobre todo si se está de un humor casi tan gris como el de aquella Londres.

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