3/21/2006

CINE/ANIME - El Castillo Andante de Howl (2005)

¡Hasta que al fin la vi!, bueno, aca va el primer comentario audiovisual del año



Hayao Miyazaki (Tokyo,1941) y Studio Ghibli son Iconos fundamentales de la animación japonesa, brindándonos obras de arte plenas de significado, contenido y novedad, en la que podemos encontrar elementos fantasticos que, organizados en historias dramáticas -aunque no por ello desprovistas de esperanza-nos brindan mensajes muy humanos y que siempre tienen que ver con lo ecológico y con la proverbial virtud de la inocencia.

El castillo andante de Howl (Howl no Ugoku Shiro, 2004), esta vez basado en una historia de la escritora Inglesa Diana Wynne Jones es la nueva incursión de Miyzaki en la pantalla grande desde la extraordinaria El Secuestro Divino de Sen y Chihiro (Sen to Chihiro no Kamikakushi, 2002) en la cual nos da otra muestra de su talento, apreciado no sólo por los aficionados al anime.

La historia, como es común en los filmes de Miyazaki, se inicia con una joven heroina que se encuentra con lo inesperado en el momento menos pensado, la joven Sophie Hatter (de hat, sombrero) vive una vida ordinaria como confeccionista de sombreros, negocio que heredó de su padre, mientras su madre trabaja en una tienda de chocolates. Alrededor de ella, su nación se prepara para la guerra, la cual no pasa de ser una noticia lejana a pesar de su encarnizamiento.

Una tarde se encuentra, sin saberlo con Howl, quien está escapando de misteriosos seres mágicos, siendo este es el inicio de sus desventuras que la llevan a ser hechizada por la bruja del desierto, convirtiéndose en una vieja de 90 años y sentir el peso de la edad, lo que la hace escapar de su vida anterior, tomando a su cargo la limpieza del Castillo -literalmente- Andante de Howl; que, como suele pasar en los castillos mágicos- está poblado por su propio grupo de personajes auxiliares: Calcifer, un demonio sometido por Howl, que es la fuerza motriz del castillo, Markl, asistente de Howl, un misterioso espantapájaros y el mismo Howl, quien se ausenta deliberadamente del castillo por largas jornadas.

Aquí Miyazaki nos introduce a las complejidades de la vida, bajo la premisa básica que la llegada de lo inesperado produce en las vidas de las personas, Sophie lleva a cuestas la carga de la vida de una vieja, pero además la carga de no querer ser lo que es, cambiando su apariencia de acuerdo a su particular estado anímico, lo que se delata con una frase lapidaria: "a fin de cuentas, los viejos tenemos poco que perder." Y es que, Miyazaki, quien se confiesa pesimista, es un experto en jugar con los contrastes y las sombras de gris que hay en la psicología humana. Lo cual se hace notorio en la transformación que sufre Sophie, de una vida estable y sin sobresaltos -y por ende aburrida- a una aventura constante, en la cual no sólo depende de ella misma, sino también vela por otros (resulta entre irónico y encomiable como toma a su cargo a la bruja del desierto, quien la hechizó cuando esta cae en desgracia, máxime trás la confesión de esta de haberlo hecho para robarle su juventud.)

Además, es importante considerar la relación que se establece entre Sophie y Howl, quien carga con el peso de sus propios inenarrables secretos, pero encuentra en Sophie un apoyo a partir del cual orientar su vida, Sophie se vuelve su (parafraseando a Jim Peterik) último lugar seguro, con lo cual el mismo Howl, quien no es capaz de perdonarse por ser como es, encuentra una razón para seguir adelante (es típico en la cosmovisión japonesa esa idea, que se resume en aforismos como el descanso del guerrero o la funda de la espada, esto es, que el destino de uno se completa cuando encuentra a alguien a quien servir, proteger y con quien compartir)Miyazaki nos pone el mensaje claro: Sólo el amar (notése, el amar, no el amor) nos vuelve seres enteros.


En el apartado gráfico, la obra es Soberbia, la animación computarizada de los movimientos del castillo de Howl contrastan con el enorme cuidado en la ambientación de las ciudades -con un cierto tono entre bárroco y modernista- y las máquinas de guerra, que parecen sacadas de obras de Julio Verne y con un manejo muy vívido de la luz y el color, inundando la pantalla con colores vivos e intensos contrastes (en especial en las escenas de guerra) y con imágenes que fluyen en un ritmo trepidante. A lo cual se suma el notable -como siempre- trabajo de Jo Hisaishi en la musicalización.

En resumen, una obra notable y digna de toda atención, por su magnífico grfismo así como por su historia cautivante que nos habla de la soledad y el amor, la esperanza, y el deseo de vivir, la búsqueda de la paz y la afirmación del individuo y sobre todo de la búsqueda de uno mismo y de como podremos crecer, simplemente por dejarnos llevar por las alas del asombro, más allá de lo simple, consabido y cotidiano.



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Technorati tags: cine, Anime, Hayao Miyazaki, Jo Hisaishi, Diana Wynne Jones

2 comentarios:

Daniel Salvo

Isaac, con tu artículo me convences de que el anime ha adquirido carta de ciudadanía como variante del 7º arte. Ya mismo me consigo la película...

Anónimo

Excelente pelicula.
Antes odiaba el anime, pero despues de ver El Castillo Andante de Howl y El Viaje se Chihiro me enamore de este tipo de peliculas, realmente valen la pena y su tematica es hermosa y se asemeja mucho con la vida real.

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