5/22/2011

LIBROS: El Camino de los Aegeti


Torres, Jeremy. El camino de los Aegeti. Lima: Editorial Casatomada, 2010. 181 pp.

Muchas veces en la narrativa peruana nos topamos con novelas atípicas dentro de la producción literaria de moda. Por mucho tiempo el realismo, en todas sus vertientes, por ejemplo el realismo extremo o la narrativa sobre la violencia política, han calado muy hondo en nuestro imaginario hasta prácticamente copar nuestros gustos. Sin embargo, muchas de esas obras han seguido el ritmo de una moda que parecía inagotable, sobre todo el realismo político, resultado de una etapa de desencanto en el Perú, esta es la del último gobierno de Fujimori. Uno puede preguntarse, ¿qué pasó? ¿Por qué otras vertientes literarias como la fantasía, la ciencia ficción y el terror no se desarrollaron en nuestro país como si lo hicieron en otros lares, como por ejemplo, en Argentina? Esto se debe a multitud de factores, una labor que deberá ser desentrañada por académicos notables que se encuentran en plena actividad y que, por cierto, respetan mucho el género fantástico. Porque la fantasía, en todas sus ramas, es un género agradable, vertiente de la Literatura en la cual la imaginación se desborda hasta límites inconcebibles y, a veces, rebasa estos límites para poder brindarnos historias que no nos dejan incólumes. En otra oportunidad me tocará demostrar la gran importancia que tiene el género de la fantasía en nuestro país pues siempre la hubo. Recordemos a Julio M. Del Portillo y Lima de aquí a cien años, a Clemente Palma y sus Cuentos Malévolos o los excelentes relatos de Alberto Hidalgo y Abraham Valdelomar, entre otros. Siempre ha habido fantasía en nuestro país, que no se le haya dado la prensa debida a dichas obras es otro cantar. Pero la hubo y la hay, nuestra misión como lectores constantes es descubrir aquellos textos, leerlos y revalorarlos para darle el lugar que merecen. Si hasta Mario Vargas Llosa en su libro Elogio de la madrastra tiene un par de cuentos que pueden encuadrarse dentro de las corrientes de fantasía y ciencia ficción respectivamente.

A propósito de Vargas Llosa, en su último discurso, en su homenaje por el Premio Nobel de Literatura al que fue acreedor, el célebre escritor menciona una oración que ha quedado impregnada en mi mente con gran fuerza: Uno escribe porque es rebelde e inconformista.

Sabias palabras. Precisas. Concuerdo con ellas. Coincidirá, usted conmigo entonces que no hay género más rebelde, más inconformista, más transgresor que la ciencia ficción. En dicho género el autor propone ideas con respecto a un tema o una problemática, extrapola, dichas ideas, las expone, y logra un producto que discute con la realidad primaria, la cual es nuestra propia realidad refractada en el texto escrito. Mientras la novela histórica, pongo por caso, La guerra y la paz de León Tolstoi se dedica a contarnos: ¿Qué pasó?, la ciencia ficción se formula una pregunta diferente: ¿Qué pasaría si?, ¿cómo sería el mundo?, ¿si el mundo fuera así cómo podríamos cambiarlo?, ¿si pudiéramos cambiar un mundo ya antes transformado a que nos llevarían nuestro actos?, etc. Tantas preguntas, tantas obras escritas dentro del género de la imaginación. Siempre he respetado la fantasía científica, hay quienes aún la siguen menospreciando, pero eso poco a poco va cambiando. 

Al menos este año en el Perú se han publicado varias obras de fantasía, ciencia ficción y otras tantas inclasificables, a las cuales podríamos encuadrar dentro del género de Slipstream. Por ahí alguna obra trascendental como Solo un punto de Julio Meza Díaz. Dentro de esta nueva oleada de obras pertenecientes al slipstream, corriente inclasificable que no puede definirse al ciento por ciento como fantasía neta o ciencia ficción neta, tenemos El camino de los Aegeti de Jeremy Torres. Una obra que me ha sorprendido mucho, de buena manera, por supuesto. Este libro cuenta las peripecias de Julián Spiegel, un joven limeño de veinte años que se convierte en Aegeti, un ser con poderes excepcionales. En la novela se nota el crecimiento del personaje con respecto al dominio de estas facultades, al principio las usará a diestra y siniestra, pero entenderá que su deber radica en hacer el bien y proteger a la raza humana. Hay muchos aspectos que resultan llamativos en el libro, el primero es el dilema moral. Julián no deja de problematizar su propia situación y poner en una balanza su capacidad para el bien y el mal. ¿Es justo acabar con los asesinos, violadores y demás delincuentes? ¿No son acaso ellos seres humanos a los que se debe proteger? Este conflicto moral resulta imprescindible para poder entender la personalidad del joven protagonista y, de este modo, podamos identificarnos con él, a fin de seguirlo a través de incontables aventuras. 

Por supuesto, esta no es una novela típica. No sigue los patrones básicos que cumplen los novelistas. El protagonista emite juicios, es machista a veces, racista también (su mejor amigo lo es, aunque más adelante se arrepiente de tal postura), las mujeres son vistas como un pedazo de carne. Hay errores de redacción y ortografía que muestran un gran descuido editorial, aunque existe la plena confianza de que puedan corregirse en una segunda edición. Hay lugares comunes, clichés, diálogos melosos y situaciones rebuscadas. Eso es cierto, pero nadie que lea la novela podrá decir que es aburrida. Realmente, es una obra bastante entretenida, engancha al lector desde la primera página y lo lleva a vivir una epopeya absorbente y llena de acción. La gran mayoría de los personajes rebosan de vida propia y, a pesar de que el autor maneja un gran número de éstos, no confunde al lector. Define bien a los sujetos y les da un rol adecuado a cada uno. Puede parecer una obra juvenil en principio, pero conforme vayamos leyendo notaremos altas dosis de violencia y alguna escena de sexo muy bien manejada. El camino de los Aegeti es un híbrido entre la ciencia ficción y la fantasía. Del primer género tiene varios elementos: Los mundos paralelos, la conspiración, la tecnología llevada al límite, los mutantes, la devastación de un fragmento de ciudad, los defensores del planeta, etc De la segunda vertiente tiene tantos otros: Los poderes místicos, los (super)héroes autorrealizados, las fuerzas del mal (diabólicas), las fuerzas del bien, la mitología, etc. Y cumple las cualidades de las cuales nos habló Vargas Llosa: la rebeldía y la inconformidad, estoy seguro de que el texto las pregona al máximo. Hay partes logradas, por ejemplo, la escena romántica entre Julián e Isabela Noisette, la cual nos llama la atención por lo extensa que es y por su ambientación bien conseguida, solo un preparativo para lo que vendrá más adelante, una situación de desastre extrema; y de desencanto. Haciendo una acotación sobre este punto, solo en la ciencia ficción se pueden desarrollar este tipo de ideas. Veamos, ¿qué pasaría si un arma biológica destruyera Miraflores, San Isidro, El Callao y otras zonas de Lima. Pues la respuesta se halla en este libro. El combate final ha de ser lo mejor de la novela, aquí se vuelve a apreciar el problema moral que recorre buen número de páginas. Tenemos así una escena memorable que no dejará indiferente a lector alguno. Por cierto, se puede notar que habrá una continuación debido a las grandes cuestiones por resolver que quedan pendientes en el texto. Esperemos que Julián Spiegel en su extenso peregrinaje pueda cumplir su misión. Concluyo que con este libro Jeremy Torres demuestra grandes virtudes, su talento para la construcción de situaciones y para captar la atención del lector, y una gran imaginación. Cierto es que siendo un narrador joven se espera de él un crecimiento literario, una maduración artística que lógicamente llegará con los años. A la espera de ello.

—Carlos Enrique Saldivar

5/20/2011

CINE: El Imaginario del Doctor Parnassus (2009)

Para los conocedores, el nombre Terry Gilliam (Medicine Lake, 1940) es casi siempre garantía de buen cine y de elementos siempre presentes para bien del espectador que gusta de lo fantástico, así, vamos desde el apocalíptico futuro de 12 Monos hasta los Hermanos Grimm en el que vamos de la prestidigitación al cuento de hadas hecho, irónicamente, realidad de la peor forma posible.

Parnassus es también notable por ser la última película del ganador póstumo del Oscar Heath Ledger quien falleció al apenas haber completado aproximadamente la mitad de las tomas correspondientes a su papel: un amoral hombre de negocios al cual algo siempre parece salvarlo inesperadamente.

Más allá de esta especie de Leyenda Negra acerca del film, he de decir que es una pieza muy interesante de entretenimiento que bebe de varias tradiciones y vertientes, desde el teatro del absurdo a la comedia negra, con una variedad de personajes que desafían cualquier molde preestablecido.

Tenemos en primer lugar al Doctor Parnassus (Christopher Plummer) Un viejo sabio y por una broma del destino, inmortal. En el film se declaran sus orígenes, adentrándonos en una extraña secta que canta una canción -literalmente- "para sostener al universo" (¿habrá tenido en cuenta Gilliam a la Mecánica Cuántica y la teoría de cuerdas en ello?) y en el clásico episodio de caída de la gracia de la mano de un torcido, socarrón, apostador y siempre de bigote y sombrero diablo (el inacabable rockero Tom Waits) que es el punto de inicio de una larga historia de la que el espectador solo se entera indirectamente y que sirve de marco para el drama central del film.

Este drama involucra a la joven hija de Parnassus, Valentina (la modelo Lily Cole) quien lo asiste en un teatro ambulante junto con un joven prestidigitadot de nombre Anton (Andrew Garfield) y otro viejo compañero de la secta, Percy (Verne Troyer) teatro en el que ofrecen, a través de un espejo mágico, un camino a la iluminación para quien se atreva a transitarlo, intención que se suele ver frustrada por los astutos ardides del diablo que acaba tomando para sí las incautas almas que se pierden detrás del espejo. Este cuadro se termina de completar con el hallazgo, colgado de un puente, de un misterioso hombre llamado Tony (Ledger) quien además de estar colgado, lleva un extraño tubo en la garganta.

Así, van agregándose los elementos de la apuesta final con el diablo, en la que "Tony" tendrá una participación crucial.

Un tema interesante que la trama de la película plantea es la dualidad realidad/imaginación, léase, el mundo detrás del espejo (como en la novela de Lewis Carroll) donde es la imaginación de quien cruza, potenciada por las misteriosas habilidades de Parnassus crea las leyes de funcionamiento de este, rompiéndose cualquier concepción preestablecida, tema con el que Gilliam juega bien para compensar la ausencia de Ledger: así, en un viaje al imaginario donde la imaginación de una mujer de mediana edad prima, Tony cambia de apariencia volviéndose, literalmente, Johnny Depp. En otra circunstancia, las propias fantasías de poder de Tony lo llevan a asumir la forma de Jude Law y en un ingreso posterior, esta vez de la mano de Valentina, es la forma de Colin Farrell la que el personaje toma.

Sin duda una salida creativa, donde vemos que el imaginario tiene sus propias reglas y que, para cada participante en este, el imaginario resuena y proyecta una nueva realidad, de acuerdo a las pulsiones o deseos de quien en el entra, lo cual nos lleva a otra muy humana paradoja: la distancia entre conocer la verdad sobre uno mismo y aceptarla.Una contradicción que se muestra claramente en el Filme, donde, a cada sugerencia de Parnassus dentro del imaginario (incluyendo cosas tan disparatadas como un baile can-can protagonizado por policías usando portaligas y zapatos de taco) está siempre presente la del Diablo, ofreciendo la salida fácil que siempre acaba en condenación.

En resumen, una película que destaca por lo original de su trama, lo creativo de sus resoluciones y sobre todo, por el testimonio de solidaridad que reperesenta, cosa ciertamente rara en la "hoguera de vanidades" que suele sea la Industria del Cine.

Finalmente... ¡el trailer!

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