3/02/2006

RESEÑA - American Gods o reinventando la mitología


Todo lo que escribe Neil Gaiman (1960, Hampshire) es oro. Comenzó su carrera como periodista haciendo libros sobre Duran Duran y Douglas Adams (el creador de la saga de La Guía del Autoestopista Galáctico). El afamado Alan Moore le pidió en los '80 que continuara por él, el comic de Miracleman, una especie de homenaje al Superman naive de los '50 y '60 y al Capitán Marvel original. De ahí comenzó una existosa carrera como creador multifacético. Desde publicar excelentes -y exitosas- novelas de fantasía como Buenas Profecías (junto a Terry Pratchett) o Coraline; crear series de televisión como Neverwhere (que pasaría a ser novelizada por el mismo Gaiman); escribir la serie de comics adultos más exitosa de todos los tiempos: The Sandman, donde narraba la vida y milagros del Señor del Sueño, Morfeo y su familia, los Eternos, pero era más una novela donde cada personaje encontraba su propia voz y estaba retratado de una manera muy rica o humana, ya fuese dios, demonio, humano o inmortal. Con esa serie se hizo de respeto a nivel mundial y ganador de múltiples preimos tanto fuera como dentro del mundo del comic, confirmando su talento.

Gracias a la colección Brainstorming de Norma Editorial podemos disfrutar ahora de su novela ganadora del premio Hugo (el Oscar de la ciencia-ficción) American Gods (2001). ¿De que trata?, preguntarán. De muchas cosas, de la vida misma, pero unidas por un hilo común: los Dioses.

Nótese que he dicho Dioses con mayúsculas. Hablo de los Dioses de la anitguedad: Zeus, Odin, Kali, Anansi, Eostra, Ganesh, etc. De los dioses por los cuales han surgido y muerto civilizaciones enteras; por los que se han creado imperios; por los que la cultura en general es como es. Por el concepto mismo de fé.

Un convicto cualquiera llamado Sombra, en una carcel sin nombre en alguna parte de los USA, tiene todas las de ganar: es su último día en la carcel, su esposa Laura y su mejor amigo van a recogerlo para celebrar su libertad, una nueva vida le espera...pero ambos mueren en un accidente de tránsito y se queda sin nadie en el mundo y sin recursos. Afortunadamente (¿o por acción del Destino?) es acogido por un viejo estafador llamado Wednesday, cuyo nombre es mucho más de lo que significa, y que una vez fue un Dios.

Resulta que América ha sido el punto de encuentro de todas las civilizaciones antiguas de la historia (créanme, el comentario de Mr. Ibis de como los egipcios llegaron ahí, merece la pena) y a lo largo de los siglos, sus dioses han sido dejados como recuerdos o desechos, de modo que ahora...están atrapados ahí sin medios para escapar ni seguidores que crean en ellos. Porque algo en lo que Gaiman insiste a lo largo de la novela es que para ser un Dios, alguien, en alguna parte debe tener fé en ti. Probablemente esta idea le vino a Gaiman de sus años de juventud cuando estudiaba religión, especialemente textos apócrifos tanto del judaismo como del cristianismo, pero ya estaba presente en The Sandman (un dios babilonio llamado Pharamond dirige una empresa de viajes multiversal, Lucifer se ha retirado a ser el dueño de un bar, Ishtar es una estrella del strip-tease).

Pero volviendo a la idea base del mundo de la novela: si no hay nadie que te recuerde, que crea que podrás realizar algo por el o ella con tu poder, eres menos que nada en este extraño y fascinante mundo de los Dioses viviendo entre los americanos modernos (el episodio del efrit taxista es para matarse de la risa). Y eso no es lo peor. En la mente de los americanos han surgido nuevos Dioses, los dioses del consumo, de la internet, de los medios de comunicacion, de las nuevas tecnologías, etc. Y estos Nuevos Dioses no ven con muy buenos ojos la competencia, de hecho, a lo largo de la novela están planeando un tipo de "Solución Final" para eliminar la competencia, dirigidos por los enigmáticos Señores Mundo y Ciudad, quienes no son lo que aparentan, y juegan un juego a tres bandos.

A lo largo del recorido de Sombra y Wednesday por America y sus gentes, se encontrarán con todo tipo de dioses, desde el sombrío dios de la oscuridad Chernobog al efusivo señor Nancy, de la parca Mama-Ji, a los enterradores de dioses Ibis y Jacquel. Habrá magia, y una moneda muy especial que se niega a desaparecer y que trae de vuelta a Laura de los muertos...más como un Zombi que como un fantasma. Y claro, habrá una terrible batalla final entre los bandos en disputa, en el que el destino del alma de América este en juego, pero cuyo resultado será totalmente imprevisto para TODOS los bandos interesados.

Y claro está, la novela tiene misterio: ¿por qué de todoas las personas, Wednesday eligió a Sombra? ¿Como es que Sombra tiene sangre divina? ¿Por qué Laura ha vuelto? ¿Quiénes son el Hombre Bufalo y las Aves del Tureno que se manifiestan en los sueños de Sombra y que papel han de cumplir? ¿Qué oculta una supuesta persona ordinaria como el señor Hinzelmann?

Aunque la escritura de Gaiman es floja por momentos, el rico y variado mundo que te propone sostiene la narración. Los personajes "humanos" como Samantha Cuervo Negro y el oficial Chad Mulligan son tridimensionales, y la intriga y giros de tuerca que Gaiman te propone a cada momento te mantienen ávido por la lectura.

De hecho hay una secuela: Anansi Boys (2005), que narra la muerte del señor Nancy y como sus dos hijos deben aprender a vivir con su herencia, y que esperemos ver próximamamente publicada en Brainstorming (además de terminar de publicar la Altísima Trilogía de James Morrow y dejar de publicar novelas de Greg Rucka que no tienen nada que ver ahí).

Como comentario final les dejo las palabras del Hombre Bufalo a Sombra: "Solo tienes que creer"

Dicho esto, disfruten la novela.




Technorati tags: American Gods, Neil Gaiman, fantasía, mitología

1 comentarios:

Anónimo

En Lima, donde consigo el libro ese?

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