2/13/2010

CINE: Invisible

Dirigida por: David S. Goyer

Escrita por: Mick Davis y Christina Roum

Año: 2007

País: coproduccíon EE.UU y Canadá

Título original: The Invisible


La película que vamos a reseñar es un inteligente cruce (o crossover, como les gusta decirle a los gringos) entre las novelas de fantasía modernas de autores como M. John Harrison y Haruki Murakami y el cuento de fantasmas victoriano, un género más popular de lo que creen (sino díganselo a los tropocientos volúmenes de terror que ha editado Valdemar a lo largo de su carrera). Ya sé que suena extraño ¿Cómo concilias las historias de fantasía modernas y sofisticadas con el ectoplasma y el espiritismo del s. XIX? Suena imposible, pero esta película es la muestra de que se puede.

Vamos por partes: Nick Powell (Justin Chatwin, si él mismo de la abominable "adaptación" de Dragonball en live action que vimos el año pasado) es un adolescente sensible y brillante, con talento para la literatura, que destaca en las clases de su colegio, pero que tiene un sueño: ir a Londres y ser escritor. Comparte sus cuitas diarias con su amigo Pete (Chris Marquette), a quien le cuenta sus confidencias y trata de ayudar de vez en cuando a superar su adicción a la nicotina. Con quien no se lleva bien en lo absoluto es con su madre, Diane (Marcia Gay Harden), quien ha planificado la vida de su hijo al detalle, y los sueños de libertad e independencia no entran dentro del plan maestro. En realidad, como se nos va explicando dentro del filme, todo comenzó a ir mal entre ellos desde que el padre de Nick murió y su madre comenzó a volverse un ser cada vez más obsesivo para tener cierto control de su vida.

Añadamos a la ecuación a Annie Newton (Margarita Levieva), una joven díscola y rebelde, líder de una pandilla de mal vivir que domina las actividades ilícitas en la mismas escuela de Nick. Annie pertenece a una familia que muy bien pudo ser la de Al Bundy u Homero Simpson, por su nivel de disfuncionalidad, solo que en vez de tener el tono de comedia que hace adorables a semejantes fracasados, está tiene más bien un tono de realismo y crudeza que comparten los millones de perdedores del Sueño Americano en esta actual recesión económica mundial que vivimos todos. A Annie le gusta vivir al límite, sentir que su vida es una grandiosa aventura, y para eso se asocia con un delincuente, Marcus (Alex O'Loughlin), alguien realmente peligroso que, aunque sabe mantener un perfil bajo puesto que más de una vez ha ido a la cárcel, no dudaría en deshacerse de un sujeto inestable en su grupo por las malas.

Cuando Annie es denunciada a las autoridades por un crimen y llevada a la comisaría, lo primero que cruzará por su mente será la venganza. Mala idea, puesto que eso la llevará por error a dirigir sus miras donde Nick, creyendo que él fue quien la delató ante las autoridades. Al final, entre toda su pandilla le dan una brutal golpiza, pero es Annie quien se propasa y le da el golpe (o más bien debería decir la rematada) de gracia, aparentemente matándolo. Como son criminales inexpertos, es lógico que entren en shock y se asusten de muerte ante lo que han hecho, por lo que esconden su cuerpo. Hasta ahí una película de crimen normal. Pero lo realmente extraño no ha hecho sino comenzar.

Extrañamente al día siguiente, Nick aparece de lo más normal en su facultad, solo que nota que la gente no le dirige la palabra y hablan de él como si estuviera ausente. Tras una serie de traumáticos "experimentos" (¡incluido el ser arrollado por un camión!), Nick piensa que está muerto y se ha vuelto en una especie de fantasma. Su nuevo estado de existencia es frustrante. Al contrario de los fantasmas de la clásica Ghost: la Sombra del Amor o la más reciente Actividad Paranormal, no puede interactuar en ninguna forma con el mundo de los vivos. Todo intento por conseguir una reacción solo se refleja en su lado como una posibilidad de lo que pudo pasar en el mundo "real" si aún estuviese ahí, que desaparece al instante, volviendo a la normalidad como si él no existiera.

Y es en esa ausencia, cuando sus seres queridos y amigos comenzarán a apreciarlo más (como su madre) o a sentir en vida las consecuencias de sus actos (como Pete) ¿Y Annie? Bueno, digamos que está metida en un montón de problemas. Nick por su parte, buscará traspasar la "barrera" que lo separa de nuestro mundo, después de hacer cierto descubrimiento fundamental que podría traerlo de vuelta al lado de los vivos. Lo más paradójico del asunto es que su último asidero a la realidad es Annie en una forma que no les explicaré para no arruinar la sorpresa, pero les aseguro que no tiene que ver con una solución fácil que involucre espiritismo y médiums.

Y es que esta es una historia de amor. Una muy poco convencional historia de amor. En la relación de ausencia entre Nick y Annie, y el poco convencional lazo que los ata y que los complementa, se forja un breve pero hermoso —y eso sí, muy humana— romance ¡Pero ay de los que estén buscando historias de amor paranormal malas como las que publica Nabla! No encontrarán nada por el estilo aquí. Más bien es una historia llena de acción (por parte de los vivos) y de angustia (por parte de Nick, al darse cuenta que su nueva existencia es solo temporal). A medida que la policía cierra el cerco sobre Annie y Marcus, una serie de encuentros, desencuentros, eventos trágicos y acciones desesperadas se irán desencadenando hasta llegar a un final que sin ser del todo feliz, cierra de forma convincente la película.

Volvamos a la condición que le da título a la película. La «invisibilidad» de Marcus es asfixiante: ninguna barrera puede retenerlo, no necesita comer o dormir; es una especie de ser tetradimensional capaz de trascender las limitaciones de nuestro espacio-tiempo (y si comienzo a hablar como trekkie es que he leído muchos libros de Michio Kaku), pero vive en la más absoluta soledad y aislamiento. Si se puede sacar una lección de esta película es que el ser humano no puede vivir solitario, que necesitamos de los demás sea en las buenas o en las malas para sentirnos completos. Otra enseñanza que se puede obtener, es que en la ausencia se reconoce al Otro por lo que vale, a medida que la madre de Nick admite que su hijo no es un ser que pueda controlar a su capricho, sino un ser independiente del que ya es tiempo que corte sus lazos con el hogar, que es tiempo que viva sus propias experiencias y quién sabe, hasta cometa sus propios errores, pero serán sus experiencias, sus exitos y sus fracasos, no los que alguien más pensó por él.

Como ven, la búsqueda de independencia es otro tema que destaca en la película, ya sea de una forma legítima como Nick, o por el camino de la ilegalidad como Annie, el director refleja las vicisitudes y dudas de los jóvenes modernos en este incierto mundo de hoy. Como lo que un día era una oportunidad, se vuelve al siguiente en un obstáculo o una duda. En eso, el filme muestra un argumento legítimo. Después de todo, tras la graduación de la universidad (si llegas a graduarte claro está): ¿qué hay? ¿Ser un asalariado cualquiera? ¿Dónde estaban los viajes, los sueños, las aspiraciones, los ideales? Nuestra modernidad mata a la gente con su indiferencia. Los hace invisibles al fin y al cabo.

Pero para terminar, una recomendación. Conste que este es un remake de la película sueca Den osynlige (2002) de Joel Bergvall y Simon Sandquist, basada en el libro del mismo título de Mats Wahl y Katarina Tucker (lo cual no es de extrañar, desde Déjame entrar, de John Ajvide Lindqvist, el fantástico sueco está entrando con fuerza en el mundo en general). Y por lo que he oído, el original es muy superior a la copia; así que si pueden hacerse con una copia de Den osnylige en película o libro, mejor, sería interesante comparar versiones, especialmente porque la original tiene un final más crudo y más cerrado a la esperanza. Un final más real donde la invisibilidad que todos sufrimos en vida ante la indiferencia de la modernidad, termina aplastando a los personajes.


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