6/20/2007

LIBROS: La conquista del Ibero-Suyo


La conquista del Ibero – Suyo
Genaro Ledesma Izquieta
Editorial San Marcos
Lima, 1994

En términos culinarios, podría describirse este libro como una (mayormente) sabrosa mazamorra.

Y es que el autor (el connotado político Genaro Ledesma Izquieta, fundador del partido político FOCEP, ex prisionero del SEPA, personaje de las novelas de Manuel Scorza y prolífico autor de novelas y crónicas) ha mezclado cuanto ha encontrado sobre quipus, la cultura incaica, la mitología incaica, poesía, geografía, historia, platillos voladores, historia, teogonías varias, tradiciones hispánicas, reencarnaciones y varias otras cosas más que – a pesar de los gruesos errores ortográficos, históricos, etimológicos y varios otros que no menciono – no menciono por que entonces esta reseña sería interminable.

El estilo de Genaro Ledesma me ha hecho recordar tanto al Manuel Scorza de Redoble por Rancas como al Rafael A. Lafferty de Llegada a Easterwine. Estamos ante una posible ucronía mezclada con realismo mágico. Y un sentido del humor que sólo podría calificar como que muy pero que muy peruano. Están advertidos.

La historia (si es que se le puede llamar así) principia con el hallazgo fortuito, en la ciudad del Cusco, de una quiputeca (sic), en la cual están guardados los quipus que cuentan la verdadera historia de la conquista del quinto suyo o Ibero-Suyo por parte de las fuerzas armadas incaicas, que contaba, entre otros adelantos, con una fuerza aérea de cóndores cargados con lava volcánica (que a última hora deciden no entrar en acción).

Precisemos algunos conceptos: los quipus son instrumentos empleados por los pueblos precolombinos del Perú, que consistían en cuentas anudadas de diversas maneras que representan algún tipo de información. Hasta el presente, no se tiene claro el sistema de registro ni de decodificación de dicha información, es decir, no se ha podido descifrar ningún quipu.

Sobre la historia que conocemos, sucintamente: en 1492, Cristóbal Colón llega a América. En 1518, Francisco Pizarro desembarca en Tumbes e inicia la conquista de estas tierras para el reino de España. En 1821, el Perú se convierte en una república independiente (no es ciencia ficción).

En cambio, en La conquista del Ibero – Suyo, los quipus almacenados en el Cusco revelan una historia oculta, que abarca desde la propia creación del mundo pasando por la designación de los incas como el verdadero pueblo elegido por el dios Wiracocha para ejecutar sus mandatos. Así, los incas se convierten en el summun bonum del mundo, el pueblo más noble, laborioso, inteligente, hermoso y un largo etcétera. Asistimos a una suerte de brevísima historia del incanato, que mezcla sin distinción fantasía y realidad, además de anacronismos evidentes (el autor atribuye a la palabra “carajo” un origen andino, pese a su documentada filiación hispánica). El Tawantinsuyo o reino de las Cuatro Regiones resulta ser la fuente de toda civilización, incluida la griega y la hebrea. Es su misión civilizadora, encarnada en Manco Cápac y Mama Ocllo, los míticos fundadores del incario.

Para mejor cumplir esta misión civilizadora, los incas desarrollan las ciencias en un grado superlativo, al punto de lograr amasar las piedras (elevando así sus enigmáticas edificaciones). Descubren cómo domesticar a los cóndores, que utilizan a manera de fuerza aérea (guerreros incas montados sobre cóndores…) Desarrollan poderes mentales que les permiten percibir sucesos ocurridos en tierras lejanas, siendo así que descubren la existencia de Hispania, poblada por “indios blancos” que practican una religión bárbara que venera a un hombre colgado de maderos y que no conocen los logros de la civilización incaica. Entonces, el inca Pachacutec en persona (mejor dicho, en proyección que algunos llamarían astral, no se qué decir de la que ofrece el libro) se introduce en la alcoba de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, poco antes de la fecha de partida de Cristóbal Colón hacia América. En este episodio, la imaginación del autor se desafora totalmente. La proyección del inca informa a los Reyes Católicos de sus intenciones civilizadoras, de la inminente llegada de ejércitos incas (en balsas y en cóndores) al Ibero - Suyo, para civilizar y educar y no para robar, matar, violar, forzar o simplemente, conquistar a esos pobres indios blancos. Los reyes, bastante preocupados, deciden tomar las disposiciones del caso.

¿Mareados? Imagínense entonces lo que son los diálogos, las descripciones, los atisbos de humor (no siempre acertados) y los discursos (ay, ese mito de los incas bonachones, que no fueron conocidos por los chancas, wankas, chimúes, guarcos y tantos pueblos sojuzgados por el Tawantinsuyo) algo soporíferos. Provoca asombro la existencia de periodistas (sic) que registran sus notas de prensa en quipus, así como otros anacronismos que, una vez aceptadas las reglas del juego, el lector no puede menos que disfrutar. No menos desconcertante es el cameo de la actriz norteamericana Shirley McLaine insistiendo en su papel de princesa inca reencarnada…

Hasta la primera mitad del libro, los eventos narrados llevan a un punto de tensión: la inminente conquista del Ibero – Suyo. Las tropas están listas, algunos presagios son favorables. Incluso las naves aéreas fabricadas por los sabios en la meseta de Nazca (sic), que permiten el arribo del tlatoani mexicano Moctezuma al Cusco para asistir a la coronación de Huayna Cápac, están a pleno poder.

Pero, por esas razones que la razón ignora, pasamos de los preparativos a los discursos. La muerte de Pachacútec y de Túpac Yupanqui, los incas que gobernaron antes de Huayna Cápac, han originado una sucesión de intrigas al interior de la familia real. Al mejor estilo de “Plan Nueve del Espacio Exterior” y “La conjura contra América”, pareciera que limitaciones de presupuesto (imaginativo) hacen recular al autor, quien en lugar de llevarnos al extremo ofrecido por el lado ucrónico de la novela (la conquista de España por parte de los incas), de alguna manera deshace lo andado para que la historia vuelva al cauce que todos conocemos.

O al menos, así parece… La conquista del Ibero – Suyo, a juzgar por la información de la contrasolapa, está dividida en dos tomos, de los cuales hasta ahora solamente se ha publicado el primero. Vaya uno a saber qué tenía en mente el autor en 1994.


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