11/22/2010

Libros: Líneas Muertas (2004)

Greg Bear (San Diego, 1951) es un escritor que, dentro de los géneros del fantástico y sus diversos ramales, en particular la ciencia ficción, debe ser extraño a muy pocos, muy leído, multipremiado y aclamado tanto por la crítica como el público, nos ha legado ya en su extensa producción literaria obras trascendentes como Eón (1987) o Marte se mueve (1993)

Lineas muertas (dead lines, 2004) es no la primera, pero si la más reciente incursión de este afamado autor en el formato (o el registro,si se quiere) del thriller (junto con la ya comentada Vitales) Historias, que, como bien conocen los entendidos en la materia, tratan consistentemente de un misterio que, revelado de a pocos y omnipresente como denominador común a cierto acontecimiento que determinó las trayectorias de los personajes en cierto momento anterior al inicio de la narración, acaba desenrollándose, con consecuencias imprevisibles y siempre sorprendentes para los involucrados -o por lo menos, el lector-.

En este caso, Bear nos pone en la piel de Peter Russell, un ficticio director retirado de películas softcore en los 60s y 70s, quien, ya establecido en la vida y buscando otro tipo de ocupaciones, es sacudido por una tragedia personal, la pérdida de una de sus hijas, asesinada brutalmente sin que ni los motivos ni los responsables fueran aclarados. Años después, Peter, divorciado y emocionalmente quebrado, se aferra a encargos de poca monta para sobrevivir, en especial de las costillas de un antiguo benefactor, Joseph Adrian Benoliel.

Es la confluencia de hechos entre una pregunta que Benoliel solicita a Russell hacer a una determinada mística (de nombre Sandaji) y la aparición, de la mano de la esposa de este, Michelle, de unos misteriosos aparatos llamados trans el inicio del despeñadero final para Russell que es esta novela. Siendo este despeñadero, en cierto sentido, la narración de un viaje de reconciliación, castigo y, de acuerdo a como el lector pueda interpretarlo, expiación.

La narración es lineal, con algunos dislates temporales (flashbacks) un epílogo y prólogo algo crípticos, pero muy inteligibles y solo una digresión notable, al principio, con la descripción detallada de un lugar específico y su historia pasada, que, más adelante en el texto, demuestran su importancia en la trama general, se nota en ello que Bear no ha dejado nada al azar y que la argumentación -si se la quiere llamar a sí- en pro de la tesis que sostiene acerca de su particular interpretación de lo que nos pasa (o debería pasar) cuando cruzamos, como dirían los egipcios, "al otro lado del río" es considerablemente sólida, pese a enfrentarnos con alusiones a la locura, a la racionalización apresurada, a la crítica destructiva y a la siempre desoladora mirada desde el trauma, la limitación y la pérdida.

Así, viajamos con Peter Russell, desde las atestadas autopistas de Los Angeles al condado Marin, donde la primera clarinada de alerta (la muerte de su amigo Phil) ocurre repentinamente. Y en medio la intervención indirecta de Benoliel y de un cínico empresario (de nombre Weinstein) continúa por el camino hacia la última morada de Phil (el oceáno, tal como le habría gustado) y luego de regreso a la ciudad, pasando por la infáme prisión de San Andreas, reconvertida en un parque empresarial donde Weinstein y el "Científico loco" de turno (de nombre Arpad Kreissler) nos introducen a la bête noire, el corazón de la red Trans, la promesa de un espacio vacío de ancho de banda, donde, por algún motivo cuya explicación escapa a los intereses del relato, no hay demora en la comunicación ni pérdida de calidad por la distancia, en la explicación de Kerissler nos habla de un Gran espacio de Silencio allí presente y virgen para ser utilizado por un mundo cada vez más deseoso de comunicarse.

Lo que todos, incluyendo Kreissler desconocen, es que ese espacio de silencio existe por un propósito y que irrumpir en él implica consecuencias peligrosas para los que aun estamos aquí.

Bear, a través de las peripecias de Russell, que se desarrollan tanto fuera como dentro de su mente, nos introduce a su particular teoría de lo que nos pasa cuando morimos y como algunos lugares parecen tener una concentración especial de algunos "rastros" de personas que sencillamente no pueden -o no quieren- irse. Detalles de la cual dejaré para los lectores.

En suma, un libro ágil, con una propuesta fuerte y sobre todo, con personajes creibles, que nos recuerda que hablar de la muerte es, en suma, hablar de la importancia de la vida.

7/31/2010

FANTASY IN MUSIC (VIII) - THE NUMBER OF THE BEAST - Iron Maiden


Iron Maiden es una banda birtánica de Heavy Metal que no necesita mayor presentación y a la cual tuvimos oportunidad de ver en Vivo en Lima hace algunos años y que incluye dentro de su música referencias a temas fantásticos, de ciencia ficción e incluso religiosos, tal como este, de su clásico álbum del mismo nombre, El número de la Bestia (The number of the Beast)

7/09/2010

LIBROS: Hipnos (Javier Azpeitia)



Hipnos

Javier Azpeitia

Ed. Lengua de trapo, 1996



Un verdadero golpe de suerte hallar este libro, de remate, en un stand de la Feria del Libro de Lima. La edición es de 1996, y la portada es menos espectacular que la que ofrece el presente post, portada que se basa en la película homónima filmada en 2004.

La novela está narrada en primera persona, con una muy efectiva caracterización de los sentimientos y sensaciones de la protagonista, la psiquiatra Beatriz Vargas. Especialista en hipnosis, a su vez padece de adicción a ciertos fármacos, y guarda en su interior no uno sino varios recuerdos traumáticos, que incluyen la muerte de seres queridos y una previa estadía en un hospital psiquiátrico, en calidad de paciente.
La búsqueda de respuestas a las interrogantes acerca de su propia vida la llevan a la clínica siquiátrica del doctor Von Hagen, cuyos métodos se sustentan en una teoría que roza los límites de la ciencia-ficción: en una zona del cerebro se alojan no los hechos ocurridos en la vida del ser humano, sino también los que ocurrirán en el futuro. Considerado poco ortodoxo por la comunidad científica, es, sin embargo, la última esperanza para la doctora Vargas y otros pacientes, como por ejemplo el exitoso ilusionista que de un día para otro decidió asesinar a su esposa e hijos, y que afirma no recordar nada...
La poca razón que le queda a Beatriz Vargas parece ir cediendo ante el entorno del hospital psiquiátrico, cuyos médicos y asistentes parecen estar tan alterados como los pacientes. Un día, ocurre una muerte dentro de las instalaciones del nosocomio, y entonces los acontecimientos se disparan. De investigadora, Beatriz Vargas pasa a ser investigada, y de médica psiquiatra, a paciente. Y es cuando la realidad se altera, pierde todos sus referentes, por que así como Beatriz varía radicalmente su comportamiento, los demás personajes, principales y secundarios, asumen nuevos roles e identidades, de tal manera que no solo la razón de la doctora Vargas corre peligro, sino su vida misma. ¿Serán útiles las estrambóticas teorías del director del hospital? ¿El objetivo del mismo es realmente curar a los pacientes?
Nada es lo que parece en Hipnos, al punto que no una sino varias vueltas de tuerca se suscitan en la mente del lector una vez concluido el libro... si es que realmente ha concluido. Al margen de la inquietante trama, Javier Azpeitia se da maña para mostrarnos que incluso nuestros recuerdos más luminosos y nuestos más nobles deseos podrían ser falsos... o peor aún, no pertenecernos. Incluso el recuerdo de haber leído un libro titulado Hipnos...
Daniel Salvo

6/07/2010

LIBROS: Arcoiris en Negro



LOS INCITANTES COLORES DE VILO ARÉVALO

Arévalo, Vilo. Arco iris en negro. Lima: Bizarro ediciones, 2007. 30 pp.

Vilo Arévalo (Lima, 1982) es una de las voces más recientes en la literatura peruana. Antologado hace algunos años en la compilación de Max Palacios: “Abofeteando a un cadáver”, con un poema del libro que estoy por comentar, ya ha demostrado en el taller literario con la escritora Carmen Ollé (CELACP, verano de 2008) sus notables dotes para la narrativa. Sin embargo es su primer poemario lo que nos ocupa en esta oportunidad. Una bonita edición (aunque con muy pocas páginas) cuyo contenido resulta muy interesante y, en el buen sentido, estremecedor pues su poesía se desarrolla dentro de un universo fantástico —y, por momentos, terrorífico— de alucinantes implicancias. Hay poemas muy logrados como “Fin del mundo” de reminiscencias apocalípticas:

“Las puertas del Tiempo se abren como llave de oro,
con la llave del inframundo, las tinieblas invaden el mundo,
la luz se esconde como una temerosa cría.” (pp. 28)


O el mejor poema del libro, “¿Demonio o Ángel?”, donde la dualidad es el tema primordial, la lucha de dos fuerzas internas que planean proyectarse al exterior, la mente humana y sus constantes desvaríos:

“Mi alma y mi vida me hacen preguntar si soy
Un ángel malvado o un demonio bondadoso.
Gritos de dolor, gritos de emoción...
Mi cuerpo quema por la lucha,
¿ganará la vida o la destrucción?” (pp. 26)


Aunque se percibe un aliento gótico y/o fantástico en esta entrega es fácil identificar algunos mecanismo propios de la ciencia ficción, por ejemplo en el poema que da título al libro, “Arco iris en negro”:

“Indiferente tormenta que azota todo,
el veneno del aire que respiramos
llenará nuestros pulmones y los quemará.” (30)

Existe, entonces, una gran deuda con Charles Baudelaire y otros poetas malditos. Los temas predominantes son: 1) la muerte, 2) el fin del mundo y la extinción de la raza humana y 3) el mundo post-apocalíptico planteado a partir de algunas reminiscencias bíblicas (los ángeles, los demonios, la luz, la oscuridad, etc).
Poesía de la buena, sencilla, sincera y carente de las innecesarias ampulosidades a la que otros poetas jóvenes someten sus textos. Quizá hubiera resultado interesante que el autor se animara a publicar un volumen más gordo, de al menos el doble de páginas. Sin embargo —y esto es sorprendente— sí es posible obtener una visión global del poemario y absorberlo como corpus integrado. El tema central: El Apocalipsis, está muy claro. También es fácil observar las posibilidades literarias del autor, las cuales se vislumbran óptimas debido al exuberante mundo que éste construye a partir del lenguaje (claro, preciso y bastante imaginativo).
En su primera entrega Arévalo nos obsequia buena poesía, mostrándonos sus grandes condiciones en pos de convertirse en una figura digna de seguimiento dentro de la literatura peruana actual. Recomiendo febrilmente no perder a este autor de vista.

Carlos Enrique Saldivar

5/06/2010

LIBROS - Cromosoma Z




Historias de porcelana FINA




Thorndike, Jennifer. Cromosoma Z. Lima: Bizarro ediciones, 2007. 108 pp.

Un libro que generó mucho comentarios al momento de su publicación y muy bien merecidos, por cierto, pues trata la homosexualidad de manera abierta no tanto como una llamada de atención a la sociedad, sino como una condición indesligable de la vida de estos atípicos seres que luchan por sobrellevar sus dramas continuos e incesantes. El primer libro de Jennifer Thorndike es un fuerte gancho de derecha a la literatura peruana que se centra a menudo en situaciones cómodas y sencillas, que todos queremos vivir. Este texto es distinto. Ya lo comentó muy bien Rocío Silva Santisteban en la contratapa: “Los lectores o lectoras no podrán salir ilesos”. Con un estilo directo y apropiado, aunque por momentos desordenado (tomemos en cuenta que el universo de los personajes queda reflejado en la prosa y éste es casi imposible de poner en palabras, sin embargo, en este caso, los mundos internos son claramente definibles) Thorndike narra mucho en pocas líneas y seguirle el paso no es difícil. Son diez cuentos que tratan el problema de la identidad sexual desde multitud de ángulos, como el amor no correspondido, las relaciones mal llevadas, o la desgracia humana debido a la condición de rechazado o de buscador de placeres imposibles (los ejemplos de este tipo de literatura por momentos ideal, a ratos realista, en ciertas ocasiones vital, en otras, sumamente pesimista, abundan en la literatura peruana, sobre todo en un subgénero literario que habitó en los noventa: el realismo sucio). Hay cuentos muy logrados, como por ejemplo “Porcelana”, donde el fetichismo es el tema central. Otro cuento digno de mención es “Maquillaje corrido”, donde la situación de desamor que vive la protagonista logra golpearnos en mitad del vientre. El amor es el tema central y un tópico derivado de inmediata importancia es el consecuente sufrimiento producto de algunos amores inalcanzables. Otros tópicos importantes son: la intolerancia y la violencia, los cuales se conjugan a la perfección en el cuento “El espejo multicolor”. Un relato que posee todos los elementos juntos es “Un mechón de su pelo”, que nos revela la fijación de una chica con una parte del cuerpo de la joven de la cual está enamorada. Situaciones insostenibles, realidades subyugantes, un nivel acertado de erotismo y manifestaciones un tanto perturbadoras son, en resumen, las constantes de este libro, diferente y muy recomendable.

Carlos Enrique Saldivar

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4/16/2010

ANIME: Demonbane (2006)



Basada en el correspondiente juego para Playstation 2 (versión moderada del original para PC, con contenido erótico) Kishin Houkou Demonbane (機神咆吼デモンベイン) es una serie de anime que combina elementos (o tópicos, si se quiere) repetidos hasta la saciedad en el género con temas del universo de Lovecraft. Lo cual lo hace, en cierto modo, un homenaje (o parodia) de este.

Y es que los elementos clásicos de esta obra maestra del Terror están presentes: la magia, la ciudad de Arkham, la Universidad Miskatonic, etc. pero esta producción dirigida por Shoichi Masuo agrega a la mezcla al fetiche de los Robots gigantes y una miriada de personajes femeninos (recuérdese que en la obra original la presencia de estrógenos era más bien escasa) totalmente apropiada para el ya consabido Fan Service.

El personaje principal de la historia es el detective de poca monta Kurou Daijūji (voz: Kentarō Itō, aparentemente, la traducción al japonés de Titus Crow protagonista de las novela de Brian Lumley ambientadas en ese mismo universo) quien se interna en la trama de intrigas y pugnas por el poder en la ciudad (entre una sociedad secreta llamada Black Lodge y el Grupo Financiero Hadou, dirigido por la última heredera de la familia, Ruri Hadou (voz: Junko Asami) una seria y responsable líder, quien se opone a los avances de la Logia impulsando varias iniciativas, una de las cuales involucrará a Kurou y a su vez, hará aparecer a Al-Azif (voz: Rie Kanda) quien es nada menos que la encarnación del más Poderoso Grimorio, el Necronomicón.

La asociación (que convierte a Kuro en un ser mágico o Magius) de ambos les permite invocar al gigantesco mecha Demonbane con los cuales se enfrentará los miembros de Black Lodge, liderados por un misterioso individuo llamado Master Therion (bestia en griego) y que es poseedor de otro grimorio, los Manuscritos Pnakotic, al igual que los más conspicuos miembros del Black Lodge, un grupo conocido como Anticross, todos ellos poseedores de grimorios y capaces de invocar sus particulares Deus Machina (léase Robot gigante de turno)

Y sin embargo, hay una tercera parte al acecho, una misteriosa dama llamada Nya con una agenda ciertamente misteriosa, cuyas motivaciones de develarán a lo largo del avance de la trama.

Las cuotas de humor también están cubiertas, a través del tan siniestro como estrafalario y Desafotrunado Dr. West y su creación, la Androide Elsa que se la pasan tratando de poner a Kuro en apuros.

En resumen, 12 episodios de animación de muy buena calidad, en particular, muy bien logrado el diseño mecánico a cargo de Yoshihiko Machida y Kazutaka Miyatake tanto para los Deus como para el Protagonista Demonbane, muy recomendable para los adeptos del terror y el ritmo trepidante.

Y finalmente, el opening de la serie, un ágil tema titulado Hito, Kami, Hata (Hombre, Dios, máquina) interpretado por Yuichi Ikuzawa.



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4/07/2010

LIBRO: Trampas para incautos




Trampas para incautos
Yeniva Fernández

Revuelta editores
Lima, diciembre de 2009


Si bien es absurdo sentir nostalgia por lo que no pasó, uno no puede menos que lamentar que en nuestro país no se haya producido el boom de las revistas dedicadas tanto al terror como a la ciencia ficción que hubo en los Estados Unidos en las décadas de los años treinta y siguientes del siglo XX. No tuvimos pues nuestras Astounding, Amazing stories o la archimítica Weird tales, revistas en las que iniciaron sus carreras escritores como H.P. Lovecraft, Clark Ashton Smith o Robert E. Howard, nada menos. Y qué decir de las geniales ilustraciones realizadas por maestros de la talla de Virgil Finlay o Frank R. Paul.

Por que díganme si no sería fantástico contar con una revista dedicada a la ficción fantástica, de publicación periódica y con una buena circulación. Acudir a un puesto de revistas y llevarse un ejemplar para leer en casa o en el transporte.

Y lo mejor de todo, esperar a que una de esas ediciones contara con una historia escrita por Yeniva Fernández.

Ojo, por si acaso hubiera un lector muy exquisito, no estoy diciendo que la narrativa de Yeniva Fernández sea narrativa pulp (eso déjenmelo a mí). O sea, no escribe subgénero, cuida mucho su prosa y merece un lugar expectante en el canon literario nacional. Cuentos así no se leen todos los días.

¡Pero qué bien escribe! No es terror, ni ciencia ficción (tranquilos, culturosos), pero cómo se le parece. No hay viajes a otros planetas, pero sí mundos paralelos. No hay monstruos, pero sí humanos monstruosos. No hay invenciones fantásticas, pero sí artefactos y ámbitos cotidianos vistos desde otra perspectiva. Y eso les proporciona a sus cuentos una atmósfera desosegante, claustrofóbica... aterradora.

Trampas para incautos tiene una división aparente, entre cuentos fantásticos y otros de factura mas bien intimista. Pero no hay que dejarse engañar: el sueño de la razón es suficiente para producir monstruos, y los monstruos de los abismos de nuestro inconsciente pueden ser más aterradores (y reales) que los monstruos surgidos de los abismos del tiempo y el espacio.

El libro de Yeniva Fernández está dividido en dos partes, las trampas a mediodía y las trampas de la neblina. Como queriéndonos dar a entender a los incautos que es imposible escapar de ciertas trampas.


Las trampas a mediodía

Sierra norte: Dicen que todos tenemos un doble en algún lugar del mundo, y las historias sobre encuentros entre dobles no son precisamente escasas. Sin embargo, Yeniva Fernández le da una vuelta de tuerca bastante desoladora a a ese argumento, al jugar con la idea de que nosotros (y no el otro) seamos esos dobles.

Quédate a dormir: El ser humano puede convertir en ritual cualquier situación, sobre todo, algo tan natural como el amor. Pero a veces, las cosas cambian y el ritual queda, mas no la situación que le dio origen. Entonces aparece lo siniestro y lo desequilibrado, y la celebración del ritual deviene en abominable, una superstición insana de un culto que ya no existe. Si no hay amor qué celebrar, ¿qué es lo que realmente celebra la protagonista de este relato?

Lo mejor para Mario: De lejos, el relato más aterrador del libro. El menos "sobrenatural", el menos fantástico. El más breve. Y pensar que se trata de una madre que sólo quiere lo mejor para su hijo...

Palomas: La amistad y la fidelidad pueden ser hermosas, pero difíciles de mantener. ¿Existe la amistad realmente, o la mera conveniencia? ¿Existe la fidelidad, o se trata sólo de servilismo? Y entonces, ¿cuáles son las auténticas bases de las relaciones humanas?

Confidencia en la madrugada: Una infancia basada en lo racional y lo hermoso produce buenas personas. Nunca perdamos eso de vista. Por que una infancia y una adolescencia basadas en la convivencia - o la supervivencia - de lo atroz, sólo engendra monstruosidad. Aún si un monstruo actúa con perfecta lógica y aparente justicia, no deja de ser un monstruo. Y la cosa se pone peor cuando no actúa en solitario.

Gloria: Nada más arbitrario que los conceptos de belleza y fealdad... Y nada más arbitrario que la idea que se hace la protagonista de ésta historia respecto a lo que se merecen las personas por su belleza o fealdad.

Las trampas de la neblina

Una calle: La angustia, el horror, la soledad, lo aborrecible de aquello que escapa a nuestra comprensión y que puede aparecer de un momento a otro, sin explicación alguna, y atraparnos para siempre. Y puede ser algo tan prosaico como una calle, con sus veredas, sus casas, sus ventanas, sus puertas...

Díptico: La idea de que todos tenemos un doble, de que existe alguien que es idéntico a nosotros y que eventualmente podría tomar nuestro lugar, nos aterra y fascina a un tiempo. Pero la existencia de un doble podría no ser tan espeluznante como el origen de ese doble.

Casa adentro: Misteriosas edificaciones que aparecen de la noche a la mañana. A la incredulidad inicial mostrada por parte de las autoridades, le sigue un muy peruano intento de aprovechamiento crematístico. En el medio, el protagonista, a punto de enfrentarse a más de una especie de invasores.

El acompañante: Triste y hermoso a la vez, el relato juega con las emociones que nos provoca la muerte, ya se trate de la muerte de un ser querido o de un completo desconocido. ¿Cómo afecta la muerte a los observadores, humanos... o no humanos?

Esa oscuridad que regresa: La vida en familia puede ser una experiencia hermosa y racional, pero también una trampa mortal de la que es difícil escapar. Con cuánto amor una madre o un padre pueden destruirnos, o al menos, intentarlo con todas sus fuerzas. ¿Y si además contaran con ayuda, digamos, no familiar? Relatos así hacen que uno se alegre de ser huérfano.

3/26/2010

LIBROS: Garras y Colmillos


Garras y Colmillos
de Jo Walton

Por Luís Antonio Bolaños de la Cruz



Siempre... o casi, nos hablaban de los dragones, como ocurre con otras criaturas imaginarias, desde el punto de vista humano, y ese es el sorprendente y jugoso giro que acomete Jo Walton, es la mirada desde los dragones la que nos acompañara en nuestro periplo, la que cuenta, analiza con herramientas precisas la vida cotidiana, sintetiza las contradicciones y choques de intereses, pormenoriza las especificidades de cada evento, creando gracias a ese enfoque mutiple pero invisible, una sociedad muy coherente, espléndida en sus detalles, la cual motoriza con amoroso empeño, logrando que funcione con eficacia y sentido -a pesar de que podría parecernos incongruente-, expandiéndola cada vez que aborda otro aspecto o nivel, complejizándola sin ambages, incluyendo porciones nutritivas de datos, pero nunca en aluviones, para que las asimilemos bocado a bocado, tal como se devoran los dragones cuando los alcanza la entropía final.

Y es que devienen en tan multifacéticas y densas sus ramificaciones que he creado un neologismo para denominarlos: “dragonajes”, el cual quiere condensar las sombras inmensas que despliegan, los fabulosos y pesados corpachones que ostentan, los sentimientos en ocasiones devastadores, en otras ridículos, y con frecuencia ecuánimes que los habitan (también las dentaduras y garras que los peculiarizan), en esa presencia fìsica pesada y volátil, sólida y etérea a la vez que es su fuerza pero también su debilidad (los yargos, equivalentes a los humanos, los han derrotado y arrinconado en las zonas altas del continente gracias a las armas de fuego).

Kirill Yeshov ya lo intentó, desmitificando orcos y elfos en su sorprendente y excelente novela: “El Ûltimo Anillo”; aunque el efecto es similar, donde Yeshov era racional y terminaba desmontando e historiando el andamiaje de la Tierra Media hasta reducirlo a astillas y períodos, Jo se compromete por el costado de la emoción y prefiere dejar las aristas de la explicación inacabadas y es en esa relación cálida y en simultánea ambivalente que establece con sus dragonajes donde reside un porcentaje apreciable de su encanto, incitándonos a participar en su modelamiento ya sea para quererlos o despreciarlos, entonces comprendemos porque más allá de una supuesta sencillez de planteamientos y linealidad de acción le hayan otorgado el Premio Mundial de Fantasía 2005, sobreviene su obra en una especie de mansión mucho más grande en sus ecos e intimidades que las salas y pasillos observables desde la puerta de ingreso, y quizás por tales motivos empuja a refocilarse en las peripecias de parte del lector -y es que nos amañamos con un horizonte de acontecimientos tan agradables aunque dispares que al acercarnos al final del hilo del discurso, nos parece abrupto el capítulo de cierre y por un instante no le disculpamos que se termine y ese conato de cólera, que es muy probable que se encuentre en los impactos que desea la autora, le otorga el calificativo de imperecedera.

Es graciosa por la articulación de su rosario de anécdotas, divertida por la manera como se interpelan los protagonistas y se repotencian entre si las situaciones, amena por el modo como reconstruye las interacciones entre los dragonajes, que surgen entrelazadas cual comedia de equivocaciones (a momentos se siente el ritmo acelerado y alocado de una screwball clásica), farsesca y con diálogos raudos a pesar de su aparente formalidad y prolijidad, combina veloces cambios de puntos de vista con gags e intrigas diminutas (casi manicuradas), opiniones contrastantes y deslizamientos metonímicos, girando siempre en torno a los temas del matrimonio, el cortejo y las tonterías propias de esos avatares, la reproducción de la especie y la producción de objetos materiales, la religión y sus accesorios, los graves entuertos y los secretos confesados, el consumo de la carne sagrada de los familiares fallecidos y la distribución de sus cadáveres (al metabolizarla crecen desmesurados), el sistema judicial -tanto en la demanda planteada por derecho de consumo como en las neotendencias referidas al derecho de propiedad de las dragonas y la parafernalia originada (de allí que en determinados momentos uno rememore la almidonada época victoriana, enlazada a los comentarios sobre Trollope del prólogo y a su novela “Los Diamantes de Eustace”)-, la corrupción pública, la prepotencia de los poderosos; en fin, suficiente bagaje como para identificarnos pero con talento para ofrecer contenidos originales y estimulantes que la apartan de lo ordinario (más allá de su ropaje semejante a lo convencional) y permiten clasificarla como excepcional.

Asimismo, vibrante y dinámica, porque cuando creemos que va detenerse por un momento a respirar y reflexionar por haber culminado la línea de desarrollo en un momento sublime, peligroso o acuciante, vuelve a desplegarse ante nosotros con nuevas andanzas para arrastrarnos en flujo continuo hacia una tibia matriz diseñada con cariño, preñada de conceptos novedosos, impregnada de humor y ganas de comunicar y plagada de aforismos (por ejemplo: “sabían que no es la elegancia lo que hace agradable una reunión, sino el temperamento de los reunidos”), con una rica galería de dragonajes, que adquiere cada vez mayor presencia a medidad que avanzan los capìtulos y se van incorporando otros nuevos (un punto más a favor). Mediante una deliciosa apertura hacia los procesos sociales, mecanismos de interexperiencia, artilugios y estratagemas conductuales, va armando un escenario -que no por funcionar distinto, difiere en lo esencial del nuestro-, excitante y fresco que profundiza en cada aspecto o pincelada y en esa espiral ascendente termina por envolver nuestra atención.

Me imagino a Jo contenta en su accionar literario, recompensando o castigando según sus justas apetencias “políticamente correctas” (todo sucede como debe ser para lección de los arteros y moraleja para el vulgo), y feliz por pergeñar una novela de múltiples enamoramientos, pedidas de zarpa, enfermedades fulminantes, desencuentros resueltos con brillantez, paseos con dragoncitos extraviados, confusiones por doquier, etc., (una obra que por su aparataje no desmerecería insertada en el teatro isabelino) que es asimismo una incursión sobre el terreno de la justicia que brota en nuestra mente mediante adagios motivados por la lectura como: “debe comer más quien es más débil o tiene menor acceso a recursos”, “nadie por más siervo que sea debe llevar las alas atadas, el aire es para todos”, “servidumbre y sometimiento femenino deben ser rechazados, escarnecidos y abolidos”, pero nunca plasmados con tanta pasión que genere repudio.

Y es que podremos discrepar de ciertas costumbres de los dragones que llevan hasta la exacerbación las relaciones de clase que impone la burguesía y las jerarquías que yacen en la estructura de la familia, pero no podemos sustraernos al encanto de esa extraña sociedad donde los edificios son cuevas, se duerme echado sobre oro, se fomenta el canibalismo (por más ritual que se nos muestre), donde la arquitectura pétrea de sus comedores considera los canales de drenaje para la sangre, la cosmetología implica bruñido de escamas y acicalamiento de alas, la gastronomía brilla por su ausencia ya que los alimentos se engullen crudos, las doncellas son tan pudibundas que con sólo acercárseles un macho empiezan a ovular y se rubefaccionan obligando a la ceremonia correspondiente, en fin que resulta tan rica y coherente como fascinante.

Recuerdo que la conocí una ya lejana tarde de finales de siglo, cuando armábamos el tercer número de Agujero Negro, nuestro fanzine en papel (que nunca alcanzó a salir) y con Isaac Robles nos jaraneabamos traduciendo su relato “Al fondo del jardín” (gracias a la infatigable labor de Sadrac pudimos compartirla con otros aficionados) y pensé: “Esta autora dará que hablar” y es que desde el inicio sus tramas inteligentes preñadas de sensibilidad y su talento para aludir a varias dimensiones cuando parece observar sólo una ya eran notorias. Agradezco a Daniel Mejía que me la recomendó para arrancarme de mi tendencia a refugiarme en la Hard SF, consejo que a su vez retransmito, les auguro que gozarán como dragones, así que a elegirla en caso de compra o pedirla prestada a quien os tenga confianza

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3/22/2010

CREEPY 00

Por Luís Antonio Bolaños de la Cruz

Creepy fue una revista impactante, surgió en una España madura, que se sacudía de décadas de dictadura franquista y que podía permitirse explorar lo terrorífico sin ambages, con abundantes referencias a sexo y violencia en sus diferentes variantes; para quienes deseen aproximarse a su renovador periplo recomiendo revisar: http://es.wikipedia.org/wiki/Creepy; y paso a detallar el contenido del Nª 00:

Carátula de Sanjulián que rindiendo homenaje al personaje introductor de los relatos, creado por Frank Frazetta, enfatiza lo horrible, destemplado y artero de su aspecto, pero que en un rincón de su mirada guarda aquel gramo de empatía requerido para atraernos y engancharnos para ser en cierta medida cómplices de los horrores que procederán a desgranarnos cual doble cosecha: macabra (por los compromisos que establece) y estremecedora (por lo fértil de sus propuestas), aunque no es necesario que vayan a partes iguales. En el pergeñado por Frazetta los editores españoles apuntan en sus globos una “declaración de principios”, acertada mixtura de marketing y enjundia.




Bocado más sabroso, el: Cary Bates (Guión) y Russ Heath (Dibujo)
Nos introduce a un tema: el impulso de la aventura y como se tuerce ante la adversidad, que la “Balsa de la Medusa” de Gericault expuso, Jack London detalló en algunos de sus relatos sobre canibalismo, Carlos Giménez graficó en “Los Verdugos” (siguiéndole los pasos a uno de esos relatos) del albúm “Érase una vez en el futuro”, y el film “Sobreviven” recreó mediante la desgracia del equipo uruguayo de rugby cuando su avión se estrella en los Andes, demostrando que diversos soportes han tocado de diversas maneras: el accidente (el azar), el hambre (la naturaleza que retorna por sus fueros) y las alucinaciones (que justificarán un deslizarse hacia la antropofagia), no obstante con una excelente vuelta de tuerca en las postreras viñetas se rescata la ética y el amor mediante la pantalla de TV, donde contrasta la belleza rutilante de la sobreviente y la alegría de su marido con la aparente tragedia esperada, para plasmar un remate de perfil sorprendente, pero sublime.

Las viñetas poseen la solvencia y expresividad propias de Russ, tintas refinadas e insinuantes que tienden a la densificación elocuente de los acontecimientos, difuminados sembrados de sugerencias y contrastes que enfatizan la acción de los personajes con un trazo contundente y despojado de sensiblerías.


Vida nocturna: Bob Toomey (G) y Rafael Auraleón (D)
Discoteca neoyorkina, parejas entrando al éxtasis… (por la danza, la droga o el sexo) y una extraña visitante, persistente y arrugada, con aroma a pactos diabólicos y acuerdos firmados con hemoglobina, también una historia de amor que sucede por lo menos en su génesis en la Plaza Clichy de París, y de traiciones a lo que cada cual es, como humano o inhumano y una culminación galopante, donde el palpitar de la vida que se apaga se impone al recuerdo y la añoranza ejecutando -acción de excelente performance-, un cierre con sarcasmo.

El dibujo de Auraleón recoge los detalles tétricos y expone el escenario de sus consecuencias lúgubres, apunta preciso los movimientos del elenco y potencia con la tinta china el horror que yace tras las peripecias, constituyendo un adecuado complemento a la historia.


Amor primate: Cary Bates (G) y José Ortiz (D)
Va de fórmulas químicas que provocan el celo a disfraces con cámaras ocultas, investigaciones antropológicas y hembras de sasquatch, pero sobre todo de amores erróneos, pero no por ello menos intensos y apasionados, además nutridos por la comedia de equivocaciones que se enlaza sápida al trepidante colofón, nos señala que el deseo no es igual al resultado, con frecuencia retorcido por obra del azar; la ironía devastadora y la calamidad que planea cual vultúrida sobre los acontecimientos relatados provocan un proceso que termina por aterrizar de lleno sobre nuestro intelecto y empezar a devorarlo cual cadáver adobado.

Cuando observamos las páginas que lo componen comprendemos porque Ortiz alcanzó fama y cotas increibles en “Hombre”, aquí ya está contenido en germén su despliegue posterior: el encuadre abarcador, el paisaje recogido con destreza, la plumilla que desgarra para enfatizar, la expresividad de los rostros, la tinta que se agarra de las sombras para relanzarnos con las hermosas composiciones y la elegante exactitud de sus planchas, el tremendo significado que adquieren las imágenes.


Amor del Cojo Lem, el: Richard Corben (G y D)
La ingenuidad que anida en la fealdad y la maldad que se oculta en el primor, la bella y el bestia en el centro del encuadre (además casados y viviendo sin consumar el acto sexual), ejemplifican el candor simplón y la malicia rellena de estulticia, y entonces la infidelidad flagrante y el asesinato como supuesta medida correcta para equilibrar la balanza (¿cuándo un asesinato es correcto?) suceden; no importa la reiteración, porque en cada ocasión se usará un instrumento diferente: machete, hacha, escopeta, cuchillo; insertos en medio de un ecosistema peligroso que brinda mil y una oportunidades para la destrucción y la germinación (la Cuenca Atchafalaya en la desembocadura actual del Mississippi compartida con Swamp Thing) no es de extrañar que desaparezcan personas, coartada eficaz para evitar la sospecha. Tras la orgía de sangre, una chispa de comprensión y quizás el cansancio de victimar, empuja a la exigencia de usar las prerrogativas matrimoniales y al enfrentamiento, donde la ricura le niega al deforme el acceso al placer. Extender la muerte deviene natural… solo que tras varios días de cocinarse en su propio jugo decide cometer necrofilia, y entonces lo que encuentra yaciendo en el jergón y su entorno superará cualquier expectativa y como advierte el narrador aún se escucha el rechinar de sus muelles en el pantano.

Corben con su peculiar e inimitable estilo, crea de inmediato un mundo sobrecogedor -aunque reconocible para quienes hemos visitado su obra-, donde acaecerán las terribles peripecias de los protagonistas enriquecidas por el valor agregado de la astucia con que articula sus secuencias y los recursos que acumula para su puesta en viñeta, sostenido en su característica tridimensionalidad rotunda y voluptuosa, labrada mediante sus anatomías de cincelada excelencia y condimentadas por trazos expresivos y caricaturescos, por sus escorzos en apariencia impracticables y por sus volúmenes evocadores y hasta sensuales.








Hermanas: Bill DuBay (G) y Alex Niño (D)
Con extraordinario pulso narrativo nos ofrece una entrecortada pesadilla de döppelganger alienígenas (donde los humanos podemos serlo también) desplegada en secuencias simultáneas por mundos palalelos, y concatenada de manera tal que se puede leer como una sola alucinación..., a no ser por la doble desgracia que estalla, y que deja un sabor a triste quebranto perdurable en la mente, quizás lo único objetable es la matemática similitud entre decorados, pero que se disculpa porque es el propio formato quien permite contrastar y avanzar al relato.


Los dibujos del filipino Alex Niño contribuyen por su viveza y claridad y su capacidad para pescar lo esencial -sin olvidar lo complementario- a la fluidez de la historia, soberbio entintador (es probable que por eso se prodigue en el blanco y negro de los comics de horror), experimentador y vanguardista, gracias a su capacidad imaginativa y fértil sentido de diseño nos entrega un marco adecuado para que nos sintamos estremecidos.

Maldición, la: Archie Goodwin (G) y Neal Adams (D)
Neal devolvió a Batman su aura oscura y su digno empaque de cruzado merced a su capacidad para incorporar en un recuadro clásico y realista, el tenebrismo estético, las rupturas rítmicas y la visualización prospectiva necesarios para oscurecer al personaje; en este caso de los dibujos iniciales renacentistas que captan la lobreguez de las ergástulas y lo ominosa presencia de los aparatos de tortura se pasa a una planificación mucha más clara cuando salta a la actualidad sesentera, entonces el tratamiento de los contornos, la planificación de página, las diagonales de cruce, y el detalle de los rostros van abriendo rutas y luego prestan potencia al desenlace y su indudable encanto a la condenación, de la cual nadie puede escaparse.

Colofón clásico, con vampiros que maldicen las generaciones venideras y una encarnación de la venganza exteriorizada en algunos usos y costumbres e incluso actitudes de la población contra dichos descendientes maldecidos, pero a medida que los derechos individuales se afirman y la democracia va imperando esos sentimientos se revelan cada vez más tumultuosos y con albedrío; será en uno de esos momentos de pura gloria elocuente cuando se conocen los amantes del relato, el inglés lógico y racional, la italiana intuitiva y algo supersticiosa, así que a la duda inicial de la relación amorosa le suceden la resolución de la emoción y su afirmación frente al altar. En apariencia imperturbable, la lógica que empapa al inglés le jugará sin embargo una mala pasada cuando deba enfrentar el colapso y la inmovilidad de su amada, una probable catalepsia que defenderá incapaz de separarse de su cuerpo, luego se precipitan los acontecimientos cerrándose con una doble vuelta de tuerca que con pulso aterrador nos ofrece un final que no podíamos imaginar.


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3/18/2010

FANTASY IN MUSIC (VII) - WOLF AND RAVEN - Sonata Arctica


Sonata Arctica es una connotada banda finlandesa de Power Metal, que, desde la publicación de su primer album, Ecliptica en 1999, ha ido evolucionando y agregando nuevos elementos con influencias progresivas y sinfónicas. Cuentan en la actualidad con seis placas de estudio y otras dos en vivo.

La canción de este post forma parte del segundo album de la banda, Silence, y podríamos decir que narra una historia de fantasmas.

Disfruten.


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LIBROS: Ypsilon Minus



La carátula de Eddie Jones, con la característica ondulación que Scévola le imprimía a su diseño para la colección Nova de Bruguera por allá en los 70', aunque atractiva (un eclipse monitoreado por una nave esférica sembrada de artilugios y antenas) no se correlaciona con ninguno de los episodios narrados en la obra.

La presentación de Carlo Frabetti “Entre el 68 y el 84” prueba a jugar con la magia de los números pertenecientes a fechas claves para la ideología de izquierdas, e incidental transmitirnos algo trascendente... y lo logra, al afirmar que colisionan en la “pesadilla tecnológica” descrita el espíritu anárquico pero genial del mayo francés con el mensaje antitotalitario de Orwell; se siente el influjo poderoso de las consignas de esa época (nunca podemos sustraernos al ahora) pero siempre aposentadas sobre la convicción honesta del introductor.

Al inicio no me ubique con claridad ante el nombre, pero tras culminar su lectura, desde la física llegaron en mi auxilio datos como: el mesón actúa cual portador de la fuerza que une protón y neutrón, y los fotones cual bosones que responden a interacciones físicas y lo traduje para mi fuero interno: “Ypsilon Minus” es “aquella fuerza mínima capaz de desencadenar un efecto asimétrico importante” o lo que es lo mismo: la chispa que incendia la pradera e inicia la revolución, coincidiendo con Frabetti.

Potente denuncia de la rígida y autoritaria sociedad de castas (más que de clases) forjada para supuesto beneficio de obreros, campesinas y otros sectores dedicados a las tareas de reproducción social, pero en realidad articulada de tal manera que minúsculos grupos (Nomenklatura y adláteres) gocen de aquello que escamotean al resto. Por el tema me recordó a “Nosotros” de Zamyatin y en cierta forma a “El maestro y Margarita” de Bulkákov, deviniendo en representativa de esa línea antiabsolutista de quienes padecieron o fueron testigos de las dictaduras del proletariado.

Seca y sobria en su intensa reflexión sobre los motivos y justificaciones de la ciencia y la tecnología exhala con frecuencia una tristeza que en ocasiones se desborda e impregna el hilo de la narración. Clara y hasta cruel en ciertas ocasiones, sin embargo lleva oculta en la intimidad del relato un manantial de compasión por el homo sapiens y esa sensibilidad la extrae de la recusación de las antiutopías negativas (orden y control) y la ubica en la ruta de aquellas proposiciones donde los seres humanos aún podemos alcanzar la libertad en forma concertada (lo cual de inmediato me llevó a pensar en las cuatro maneras de salvarse o condenarse que nos ofrece Lovelack en “Las edades de Gaia”).

Alterna la anécdota significativa (manchada por la poda incesante de lo subjetivo y personal, y el recorte permanente de la creatividad) con los fundamentos teóricos que justifican la opresiva organización social (es máximo el horror transmitido por sus frías, asépticas y precisas instrucciones), y mientras desgrana el triste panorama edificado se palpa tumultuosa bajo la superficie de las frases el pulso de la crítica sociológica y ambiental contra ese mundo polucionado (las máscaras de oxígeno, la lluvia ácida, el smog son compañía frecuente) y tan regulado, normado y penetrada por la sospecha ante cualquier gesto de naturalidad u opinión sincera, que hay momentos en que semeja un paraíso de robots, ya que sus habituales sesiones de ejercicios de relajación espiritual incluyen canciones que reiteran “No tenemos secretos entre nosotros, no tenemos nada que ocultarnos mutuamente” y hasta los coitos se consiguen a través de muñeca(o)s como las que hoy pregonan las webs y tiendas de sexo.

El contrapunteo entre el músculo de la acción individual y el andamiaje filosófico que se supone debe nutrirlo, genera un manantial de sarcasmo y de apotegmas que no por repulsivos dejan de ser impactantes: “El estado perfecto necesita también una historia perfecta” (me recordo la ausencia de las masas en la historiografía burguesa y la manipulación documental en la historiografía soviética, por ejemplo esas fotos donde a medida que quienes componen el grupo original se malquistan con Stalin, van desapareciendo borrados de las reproducciones permitidas al acceso pùblico). Asimismo, el cruel escamoteo del significado de las palabras, la elaboración sucinta y laboriosa de una realidad ficticia donde se marcha de maravilla sino observamos el detalle y nos mantenemos dentro de los parámetros (rememoro a Stanislaw Lem y su Congreso de futurología).

No obstante, el esquema que conjetura la implementación del modelo y que desnuda página tras página su esencia estalinista, expresada en: adoctrinar, someter el pensar, disolver el sentir, ya está perimido (como explicación y como plasmación concreta de voluntades políticas) tras el desplome del “socialismo realmente existente”, claro que se sigue intentando cristalizarlo con diferentes justificaciones y métodos, mediante oscuros e inesperados herederos (republicanos en USA o fundamentalistas islámicos en Medio Oriente) que parecen coincidir en que el problema fundamental a solucionar es el biológico-antropológico, por otro nombre: la vida independiente del capital o de la religión.

La pregunta clave apuntaría a: ¿Si se vive en el mejor de los mundos, en el estado perfecto, y la sociedad ha alcanzado la felicidad (como se afanan en difundir y repetir hasta la saciedad, altavoces, programas noticiosos, supervisores de células, carteles, murales de los bloques de vivienda o trabajo) ... para que es necesario el control?. Para expandirla, no, por que llegó a todo(a)s, para intensificarla, no por que ya la viven a plenitud, y entonces se instala ante el interrogante la más profunda desilusión. Convendría revisar con detenimiento el impagable “Catálogo de la evaluación de los puntos de calificaciones psicológicas individuales” que demuestra hasta que profundo nivel puede llegar el lavado de cerebro y programarse una persona para que cumpla con los requisitos y normas de un gulag sonriente, declamando poemas a la libertad y negando cualquier dato contradictorio con que se enfrente.

Pero Franke apuesta por la liberación y es por eso que de la cooptación por el grupo de poder salta hacia la marionetización primero y la detención luego, para extinguir una actividad considerada subversiva, además tiende puentes hacia otras obras pretéritas o futuras, así el descenso a los tùneles y subterráneos de mantenimiento que realiza el protagonista en su investigación para saber cual es su yo auténtico (el que brota en sus sueños provocados por narcóticos prohibidos o el que le han preparado e inculcado a través de tablas y reglas y practicado mediante convencionalismos y conformismo) posee un triple papel: conectarse con quienes se encuentran aún más bajos en la escala (semejanza con los morlocks de “La máquina del tiemopo” de HG Wells), señalar la solidaridad de clase (sentimiento hoy extraviado y que con nitidez ilumina algunos capítulos de “La Estación de la Calle Perdido”) y remarcar que las diferencias entre las castas conforman otra relación de clase (tal y como lo presenta Ira Levin en “Este día perfecto”).

También alude a los riesgos del totalitarismo, el verticalismo, el despotismo, para bordar una amarga antiutopía que señalaba con valentía y a contracorriente (recordemos que fue publicada en 1976 por Suhrkamp Verlag) en uno de los momentos de máximo esplendor del “SRE”, en aquel período donde quienes poseíamos un adarme de sensibilidad y un ápice de inteligencia militabamos en la izquierda, es igualmente una genuina estocada al papanatismo, un garrotazo al seguidismo; lastima leerlo tantos años después de traducido y publicado (casi de inmediato para esa década, ya que Bruguera la lanzó en 1978) y es que por esas tornas de la polìtica de las editoriales cuando no arriban importados a nuestras costas en su lanzamiento y podemos por fin adquirirlos y disfrutarlos (gracias al activo comercio de libros de segunda mano... o tercera... o enésima) en fecha muy ulterior, puede haberse diluido muchos años después el impacto abrumador que provocó en su debut.

Experto en estética cibernética y grafía de computadoras avizora lo que vendría y es así que podemos encontrar joyas que deberían rutilar en una novela actual que use el marco de la Teoría del Caos, para quienes lo deseen recomiendo las pàginas 111 a 113 y para aquellos que no tengan acceso al texto cito in extenso tres fragmentos:

  1. “Una vez que éste (el sistema ecológico del ambiente) haya alcanzado un grado de organización superior, las influencias del azar tienen siempre una tendencia destructiva. Por tanto en un estado social perfecto toda modificación inducida por el azar tiene que expresarse necesariamente en una reducción de la funcionalidad.”

  2. “En un mundo controlado por los hombres no hay lugar para el azar. Nuestra tarea es excluirlo. Nuestro mundo debe ser controlado por entero y dirigido en todas sus aspectos. Las influencias del azar en el ámbito de la técnica llevan a accidentes, la espontaneidad en el ámbito social conlleva perturbaciones”

  3. “Una vez superada la fase transitoria, el azar destructivo se elimina por completo de la estructura de acción del Estado Social. Así, con un corte total entre el micro y el macrocosmos se logra un estado de orden perfecto”


Podemos comprobar que la argumentación se apoya en la lógica maligna del paradigma newtoniano-cartesiano expandida hasta su postrera y perversa plasmación. Entre el flujo de vivencias del protagonista y su coro de pares (o de controladores) se filtran deliciosas disquisiciones sobre informática y sus proyecciones, las mismas que a más de seis lustros mantienen vigencia en muchos de sus puntos sean críticos o prospectivos, por ejemplo el siguiente párrafo: “Por lo tanto, la computadora juega un papel primordial en el sistema hombre/técnica: asume las funciones de anteriores gobiernos humanos, cumpliéndolas de modo ideal, sin las imperfecciones de aquellos. Es el instrumento perfecto de gobierno -desinteresado, inagotable, incansable- al servicio del hombre”.

Se adhiere al marco triple del universo constituido por energía, materia e información cuando dice: “La información era un medio mucho más eficaz para modificar al mundo que las herramientas o las armas...” y se vincula por doble enlace al efecto liberador que traen consigo la aplicación de la ciencia y la tecnología y a los derechos de los pueblos, cuando la rebelión anhelada por los opositores al régimen y perseguida por las unidades represoras, queda sistematizada en una tabla de guarismos aleatorios que al introducirlo en la red (gusano o virus), desencadena el desplome del sistema de control computarizado; ciencia y la tecnología aparecen definidos por la dictadura así: “son tareas características de una etapa de transición en la cual aún no se ha alcanzado el estado ideal ambicionado. El círculo de personas abocadas a tales tareas están fuera de la ley. Hay que reducirlas al mínimo posible. La comunicación entre este ámbito de labor y el mundo exterior está reducido al intercambio indispensable de datos técnicos”.

El supuesto nirvana donde moran la mayoría de las categorías clasificadas del andamiaje sociocultural de la sociedad descrita en Ypsilon Minus, sin siquiera enterarse, es un “Matrix”... pero presencial, donde los personajes actúan cual clones con anteojeras ejecutando las faenas programadas, y coagulada su capacidad para crear conocimiento, sólo serán capaces de renovar información para continuar funcionando. El abismo hacia el que se precipitan signado por la eugenesia, el control físico y genético elevado a límites íncreibles e intolerables, el escamoteo de las sensaciones y emociones, la confusión de la percepción, la demolición permanente de lo que hace digna la existencia, se convierte en un absurdo y nauseabundo delirio tecnocrático del cual no quisiéramos ser miembros. Es una pena su lectura tardía, pero no ha envejecido y raudo paso a recomendarla, asómense a la sima que describe que tras la rebelión propuesta les permitirá retornar renovados y con ganas de participar por lo “minus” en las campañas de Avaaz.

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2/13/2010

CINE: Invisible

Dirigida por: David S. Goyer

Escrita por: Mick Davis y Christina Roum

Año: 2007

País: coproduccíon EE.UU y Canadá

Título original: The Invisible


La película que vamos a reseñar es un inteligente cruce (o crossover, como les gusta decirle a los gringos) entre las novelas de fantasía modernas de autores como M. John Harrison y Haruki Murakami y el cuento de fantasmas victoriano, un género más popular de lo que creen (sino díganselo a los tropocientos volúmenes de terror que ha editado Valdemar a lo largo de su carrera). Ya sé que suena extraño ¿Cómo concilias las historias de fantasía modernas y sofisticadas con el ectoplasma y el espiritismo del s. XIX? Suena imposible, pero esta película es la muestra de que se puede.

Vamos por partes: Nick Powell (Justin Chatwin, si él mismo de la abominable "adaptación" de Dragonball en live action que vimos el año pasado) es un adolescente sensible y brillante, con talento para la literatura, que destaca en las clases de su colegio, pero que tiene un sueño: ir a Londres y ser escritor. Comparte sus cuitas diarias con su amigo Pete (Chris Marquette), a quien le cuenta sus confidencias y trata de ayudar de vez en cuando a superar su adicción a la nicotina. Con quien no se lleva bien en lo absoluto es con su madre, Diane (Marcia Gay Harden), quien ha planificado la vida de su hijo al detalle, y los sueños de libertad e independencia no entran dentro del plan maestro. En realidad, como se nos va explicando dentro del filme, todo comenzó a ir mal entre ellos desde que el padre de Nick murió y su madre comenzó a volverse un ser cada vez más obsesivo para tener cierto control de su vida.

Añadamos a la ecuación a Annie Newton (Margarita Levieva), una joven díscola y rebelde, líder de una pandilla de mal vivir que domina las actividades ilícitas en la mismas escuela de Nick. Annie pertenece a una familia que muy bien pudo ser la de Al Bundy u Homero Simpson, por su nivel de disfuncionalidad, solo que en vez de tener el tono de comedia que hace adorables a semejantes fracasados, está tiene más bien un tono de realismo y crudeza que comparten los millones de perdedores del Sueño Americano en esta actual recesión económica mundial que vivimos todos. A Annie le gusta vivir al límite, sentir que su vida es una grandiosa aventura, y para eso se asocia con un delincuente, Marcus (Alex O'Loughlin), alguien realmente peligroso que, aunque sabe mantener un perfil bajo puesto que más de una vez ha ido a la cárcel, no dudaría en deshacerse de un sujeto inestable en su grupo por las malas.

Cuando Annie es denunciada a las autoridades por un crimen y llevada a la comisaría, lo primero que cruzará por su mente será la venganza. Mala idea, puesto que eso la llevará por error a dirigir sus miras donde Nick, creyendo que él fue quien la delató ante las autoridades. Al final, entre toda su pandilla le dan una brutal golpiza, pero es Annie quien se propasa y le da el golpe (o más bien debería decir la rematada) de gracia, aparentemente matándolo. Como son criminales inexpertos, es lógico que entren en shock y se asusten de muerte ante lo que han hecho, por lo que esconden su cuerpo. Hasta ahí una película de crimen normal. Pero lo realmente extraño no ha hecho sino comenzar.

Extrañamente al día siguiente, Nick aparece de lo más normal en su facultad, solo que nota que la gente no le dirige la palabra y hablan de él como si estuviera ausente. Tras una serie de traumáticos "experimentos" (¡incluido el ser arrollado por un camión!), Nick piensa que está muerto y se ha vuelto en una especie de fantasma. Su nuevo estado de existencia es frustrante. Al contrario de los fantasmas de la clásica Ghost: la Sombra del Amor o la más reciente Actividad Paranormal, no puede interactuar en ninguna forma con el mundo de los vivos. Todo intento por conseguir una reacción solo se refleja en su lado como una posibilidad de lo que pudo pasar en el mundo "real" si aún estuviese ahí, que desaparece al instante, volviendo a la normalidad como si él no existiera.

Y es en esa ausencia, cuando sus seres queridos y amigos comenzarán a apreciarlo más (como su madre) o a sentir en vida las consecuencias de sus actos (como Pete) ¿Y Annie? Bueno, digamos que está metida en un montón de problemas. Nick por su parte, buscará traspasar la "barrera" que lo separa de nuestro mundo, después de hacer cierto descubrimiento fundamental que podría traerlo de vuelta al lado de los vivos. Lo más paradójico del asunto es que su último asidero a la realidad es Annie en una forma que no les explicaré para no arruinar la sorpresa, pero les aseguro que no tiene que ver con una solución fácil que involucre espiritismo y médiums.

Y es que esta es una historia de amor. Una muy poco convencional historia de amor. En la relación de ausencia entre Nick y Annie, y el poco convencional lazo que los ata y que los complementa, se forja un breve pero hermoso —y eso sí, muy humana— romance ¡Pero ay de los que estén buscando historias de amor paranormal malas como las que publica Nabla! No encontrarán nada por el estilo aquí. Más bien es una historia llena de acción (por parte de los vivos) y de angustia (por parte de Nick, al darse cuenta que su nueva existencia es solo temporal). A medida que la policía cierra el cerco sobre Annie y Marcus, una serie de encuentros, desencuentros, eventos trágicos y acciones desesperadas se irán desencadenando hasta llegar a un final que sin ser del todo feliz, cierra de forma convincente la película.

Volvamos a la condición que le da título a la película. La «invisibilidad» de Marcus es asfixiante: ninguna barrera puede retenerlo, no necesita comer o dormir; es una especie de ser tetradimensional capaz de trascender las limitaciones de nuestro espacio-tiempo (y si comienzo a hablar como trekkie es que he leído muchos libros de Michio Kaku), pero vive en la más absoluta soledad y aislamiento. Si se puede sacar una lección de esta película es que el ser humano no puede vivir solitario, que necesitamos de los demás sea en las buenas o en las malas para sentirnos completos. Otra enseñanza que se puede obtener, es que en la ausencia se reconoce al Otro por lo que vale, a medida que la madre de Nick admite que su hijo no es un ser que pueda controlar a su capricho, sino un ser independiente del que ya es tiempo que corte sus lazos con el hogar, que es tiempo que viva sus propias experiencias y quién sabe, hasta cometa sus propios errores, pero serán sus experiencias, sus exitos y sus fracasos, no los que alguien más pensó por él.

Como ven, la búsqueda de independencia es otro tema que destaca en la película, ya sea de una forma legítima como Nick, o por el camino de la ilegalidad como Annie, el director refleja las vicisitudes y dudas de los jóvenes modernos en este incierto mundo de hoy. Como lo que un día era una oportunidad, se vuelve al siguiente en un obstáculo o una duda. En eso, el filme muestra un argumento legítimo. Después de todo, tras la graduación de la universidad (si llegas a graduarte claro está): ¿qué hay? ¿Ser un asalariado cualquiera? ¿Dónde estaban los viajes, los sueños, las aspiraciones, los ideales? Nuestra modernidad mata a la gente con su indiferencia. Los hace invisibles al fin y al cabo.

Pero para terminar, una recomendación. Conste que este es un remake de la película sueca Den osynlige (2002) de Joel Bergvall y Simon Sandquist, basada en el libro del mismo título de Mats Wahl y Katarina Tucker (lo cual no es de extrañar, desde Déjame entrar, de John Ajvide Lindqvist, el fantástico sueco está entrando con fuerza en el mundo en general). Y por lo que he oído, el original es muy superior a la copia; así que si pueden hacerse con una copia de Den osnylige en película o libro, mejor, sería interesante comparar versiones, especialmente porque la original tiene un final más crudo y más cerrado a la esperanza. Un final más real donde la invisibilidad que todos sufrimos en vida ante la indiferencia de la modernidad, termina aplastando a los personajes.


2/01/2010

OTROS VILLANOS, POESÍA Y NARRATIVA: UNA INTERESANTE MUESTRA LITERARIA



Montesinos Illesca, Joe. Otros Villanos (Narrativa). Lima: Pájaros en los Cables Editores, 2009. 73 pp.

Montesinos Illesca, Joe. Otros Villanos (Poesía). Lima: Pájaros en los Cables Editores, 2009. 53 pp.

Aunque su nombre no figure notoriamente en las carátulas de estos libros, el responsable de esta importante muestra es el poeta y narrador: Joe Montesinos Illesca. Estudiante de la carrera de psicología (alguna vez estudió Literatura en la UNFV), director de la revista de poesía latinoamericana Estentórica y responsable de este nuevo sello editorial que poco a poco va apostando por la labor de nuevos valores de la literatura peruana actual. He dicho que es una muestra importante, pues, reúne trabajos inéditos (en su mayoría) de ex alumnos de la Universidad Nacional Federico Villareal, vinculados a las tres primeras promociones de literatura de dicha casa de estudios. Discípulos del poeta Ronald Portocarrero, del soberbio narrador Oswaldo Reynoso, de Jorge Díaz Saldaña, de Julián Pérez, Augusto Higa, entre otros. Estas promociones se reencuentran después de mucho tiempo para conformar un trascendental documento de lo que ha representado haber cursado la carrera de Literatura en la ya mencionada Alma Máter. Aunque disímiles en sus estilos, cada uno de los escritores de esta antología concreta una propuesta seria y consistente que con el tiempo cosechará sus frutos, sobre todo en los árboles de los estudiosos que se preguntarán de un momento a otro: ¿Qué se ha venido haciendo en la especialidad de Literatura de la UNFV? Tenemos muchas antologías de otras universidades, pero una muestra como Otros Villanos, nos llama la atención pues demuestra la seriedad con que cada escritor (casi todos profesionales en su rama) ha tomado su intenso peregrinaje por los derroteros de una universidad nacional, cuyas publicaciones literarias no resuenan muy a menudo, al menos no como corpus integral de un grupo determinado.

Deseo hacer un breve recorrido por los trabajos de cada uno de mis queridos compañeros (aún los veo así). La antología se divide en dos libros, de narrativa y de poesía, ambos con hermosas portadas y una soberbia diagramación que harán las delicias de los lectores.

Para empezar, comentaré algunos puntos muy básicos sobre el libro de narrativa, muy bien prologado por Joe Montesinos Illesca. Por supuesto no mencionaré mi relato El revivido, el cual, injustamente abre esta selección, pero sí colocaré mi nombre: Carlos Enrique Saldívar y comentaré cada uno de los trabajos restantes que mantienen una indiscutible calidad. Tomemos en cuenta que algunos de los antologados no son netamente narradores, algunos son poetas, otros brillan en la crítica literaria. Tenemos un llamativo cuento de René Llatas Trejo, El imposible encuentro, muy íntimo, donde el manejo del lenguaje, en relación a los sentimientos que desea manifestar es óptima. Estación de tren de Antonio Taboada, con su lenguaje erudito, es un solvente conjunto de símbolos y sugerencias. Alessandra Tenorio nos brinda un efectivo microcuento: Los niños góticos, que, a pesar de su brevedad, nos remece. Den Lille Havfrue es el cuento de Víctor Ruiz Velazco, donde se nos narra un viaje que desemboca en un agraciado final, siempre con una marcada intertextualidad que copa lo largo del texto. Luis Miguel Cangalaya nos entrega un obsequio a los adoradores de “lo fantástico”, Reminiscencias es una historia donde la soledad humana se manifiesta junto a los fantasmas que acosan la mente del protagonista. En dicho texto la atmósfera nos recuerda a ciertos filones del género, clásicos como Algernon Blackwood o, modernos, como Peter Straub. Joe Montesinos Illesca nos brinda Constelaciones, otra fantasía, aunque recubierta por un espeso manto de poesía, el cual deleitará a los seguidores del lenguaje retórico y multiexpresivo. El final representa el contenido romántico, matriz del relato en cuestión. Carlos Morales Falcón nos brinda dos pequeños relatos que juntos forman una excelsa unidad: Relatos 1 y 2. Nadeshda Rodríguez, nos ofrece otro relato íntimo, Remembranzas de un alma bulímica, el cual narra un hecho simple (en apariencia banal) que remite de inmediato a la problemática de una niñez inconforme. El cuchillo de oxidiana de Jorge Luis Obando, bien podría ser el mejor relato del libro en cuestión. Las constantes con Cortázar son básicas para moldear la masa del cuento, aquí nos narra un terror creciente: una joven estudiante de arqueología va siendo poseída por la fuerza maligna que emana del cuchillo encontrado en una reciente excavación. El final es digno del mejor Lovecraft. Francisco Rojas Jara nos sorprende con un agradable cuento de misterio: La sombra. Y Alberto Buendía cierra esta sección con un cuento bien llevado que narra Una anécdota, así se titula este cuento.



El segundo libro, el de poesía, se muestra tan solvente como el anterior, y quizá, incluso lo supere, pues se encuentra en una dimensión distinta donde la calidad es consecuente con la formación y el mundo interior (maduro) de cada poeta. El prólogo, preciso y panorámico sobre lo que el libro en cuestión es, está a cargo de Carlos Morales Falcón. Alessandra Tenorio abre la muestra, siendo la poeta más conocida de esta generación con su conocido estilo, lleno de figuras y de ambientación íntima, rasgos característicos de la autora. Abre con un poema nuevo, luego inserta poemas de sus dos libros: Porta / retrato (Campo de Gules, 2005) y Casa de zurdos (Lustra Editores / C. C. de España, 2008). Víctor Ruiz Velazco nos entrega poemas de sus libros publicados y un poema inédito titulado: Euforión o la presa. En mi opinión, la gran sorpresa la entrega la joven poeta, Paola Roncal, con un extraordinario conjunto de poemas que demuestran el buen manejo de las figuras literarias, de la versificación sencilla que explota en mil direcciones una vez leída y de las imágenes que golpean en mitad del vientre. La poesía de Joe Montesinos Illesca también es digna de elogios, pues su estilo, algunas veces críptico, otras expresivo y rico en imágenes oníricas, demuestra un excelente manejo del lenguaje y de los recursos a su alcance. Si piensa que exagero, los invito a leer a este joven poeta peruano que está a punto de publicar su primer poemario. Confirmarán mis opiniones una por una, se los aseguro. También se hacen presentes en el volumen los autores: Nadeshda Rodríguez, Alberto Buendía, Margarita Babilonia, Ilich Quispe y Milagros Vara, con poemas muy solventes en el plano estilístico y temático (si cabe en la poesía esto segundo, yo sé que sí.) En el caso de Milagros Vara, nos llevamos otra grata sorpresa porque nos demuestra un talento tímido que alcanza grandes alturas al momento de transformar en palabras el mundo interior de una mujer. En conclusión, una preciosa muestra literaria, necesaria, importante y trascendental, que requiere una revisión ya mismo para que lectores, académicos y compañeros de oficio se den cuenta de la buena salud de la que goza la labor literaria en la Universidad Nacional Federico Villareal, que pese a todo, puede dar a luz autores de calidad, libros de autor, revistas y antologías jóvenes como esta, una de las más atrayentes que se haya hecho sobre dicha cada de estudios.



Carlos Enrique Saldívar

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