RESEÑA: Fanzine EL HORLA
El Horla
Fanzine de Fantasía, Terror y Ciencia FicciónAño 1 / N° 01 / Editorial Vellocino de Oro
Aunque se presenta como un fanzine termina como una revista digna acompañante de su hermana mayor Argonautas. La carátula de Bacon surreal e inquietante marca el sendero por donde se deslizarán los textos, parece traslucir una invitación hacia una situación incómoda pero enriquecida de emociones. La contracarátula con un dibujo de Pham LeUyen expone una mezcla tremebunda de horror y seducción colereada con acierto y recogiendo la angustia onírica del uno y el apetiro masivo de la otra. Los selección de las viñetas interiores puede mejorarse para un próximo número pero manteniendo la presentación de las webs latinoamericanas e hispanas de nuestros géneros emblemáticos.
El editorial visceral y sincero nos permite transitar por las venas abiertas del proceso editorial, así mismo nos entrega con ejemplar desparpajo las pulsiones secretas y anécdotas ocultas del autor que acude a compartirlas con la convicción que durante la lectura cada cual conforma ese ser multiforme y potente del cual nos hablaba Karl Gustav Jung, y es que en cierta forma recorrer los textos nutre ese constructo denominado “inconsciente colectivo” de la humanidad que permite explicar tantas extraños eventos. Según como abordemos las minibiografías serán con frecuencia tan sabrosas que constituyan un adecuado postre para el cierre o un agradable cordial de introducción al banquete literario propuesto.
Clonandino: Adriana Alarco de Zadra
Más allá de su tono ligero y líneas ingrávidas, casi suave miel, posee un fuerte núcleo que funciona como atractor: la posibilidad tecnológica de lograr lo que consideramos imposible. Y cuando creímos llegar al muelle de la carcajada con alguna burla al miembro clonado, chocamos contra el énfasis social, la denuncia que la autora asume en muchos de sus sentidos relatos, aquí atiborrado con recuperación de imágenes mitológicas, ligadas a la defensa de los discapacitados y expresiones del cinismo habitual con que el bloque de poder se solaza en perpetuar sus desatinos.
Hay que escuchar a los hijos: Carlos Enrique Zaldívar
Empieza colocándose bajo el abrigo protector de uno de sus autores más queridos mientras desbroza con detallada observación los comportamientos sociales de los implicados, y aunque presentimos de que tema debe tratarse, con una resolución siempre desplazada al párrafo siguiente logra acicatearnos para que arribemos a la sorpresa final. A pesar de que el uso del tiempo es deliberadamente confuso consigue transmitirnos una dimensión adicional cuando se recurre a la lectura dentro de la lectura. Nunca existirán explicaciones de porque el padre cubre jornadas de trabajo tan extenuantes ni como soportan una niñera tan negligente y horrorosa ni otros temas semejantes, pero no importa cuando palidecen ante el sortilegio inmarcesible de una cierta eternidad tramposa.
El amante de Irene: Daniel Salvo
Fluído, nos contagia al instante de su humor sarcástico, de su solapado intento de desmontar las artimañas de una familia suburbana para continuar estirando su vida convencional hasta el definitivo momento de la separación, ya no se quieren pero desean proseguir hasta el engaño final, y es que ese contacto ET que nos ofrece es sorprendente como un uppercut que irrumpe cuando menos lo esperas por el significado que lo acompaña, ¡ay, de las reivindicaciones de género!.
Selene: Gonzalo Del Rosario
Deriva ontogénica pautada por las etapas sexuales, no explicará cual tecnología se usa para captar cada coito realizado con afán, cada movimiento dibujado con placera, así que no tendremos otro remedio que otorgarle al diabloo a algunos de sus congéneres, discípulos o sirvientes el poder para liquidar a la víctima con la comprensión de sus avatares digitales y un postrer polvo.
¿Encuentro...?: Luís Antonio Bolaños De La Cruz
Un náufrago, fruto tardío de conflictos empresariales a largo plazo y choques violentos a renglón siguiente, sobrecargado de subsistemas redundantes mantenedores de vida, pero que no encuentra a su Viernes que lo redima sino a su verdugo que lo aniquila; una forma de vida muy ET aterrorizada por extraviar sus referentes colectivos, diseñada con acierto, y entregando suficientes elementos para conjeturar sobre su sociedad, sus angustias e intrigas y lo que influye sobre la toma de decisiones; planos que se mixturan para armar un desenlace fatal entre dos solitarios en medio de la aridez interminable de las planicies desgastadas de un planeta moribundo, ambos signados por la tristeza y... la desolación aunue por diferentes motivos. Una imagen sobre la dificultad de comunicarnos que sólo encontraremnos en el marco de un relato de CF.
Desencuentro: Luís Cangalaya
De la existencia dinámica universitaria al latido vibrante pero en simultánea indiferente de un cafetín, para exponer en las flagrantes heridas del protagonista el romanticismo más desenfrenado y especular, ya que lo que nos sacude en el papel sucede en una habitación muy particular y no dudamos que será la clave para la escena final.Y aunque no lo crean tras mis palabras, acaba bien.
Marcas: Eva Asdi
Eva nos presenta un excelente relato, tan gráfico que a pesar de no tenerlas, imaginamos las viñetas, resueltas con humor y gracia, atrapando destellos que recuerdan desde las incursiones de Julius Zimmerman hasta las de Joseph Michael Linsner y Jay Atanasio en el sabroso tema de relaciones sexuales entre ángeles y demonios.
El Jala Alma: Dennis Arias
Entre coloquial y casi costumbrismo campesino crea en pocas líneas el sinsentido necesario, y sin embergo coherente, para degustar lo fantástico y convertir el Jala Alma en un protagonista ordinario de la historia, pero donde lo insólito se torna cotidiano gracias al enfoque del autor.
Ramón, Doctor Corazón: Luís Torres
Buena redacción en esta muestra de ciberpunk peruano, ambientado cual mural exhorbitante promete mucho pero no remata, o como fresco colorido, al inicio apabullante pero que se despinta al final cuando se diluye y prácticamente no pasa nada, parece un capítulo para una obra de más largo aliento.
El nombre: Julio Meza Días
Las posiciones son trazadas desde el marcador y las descripciones del proceso apenas disfrazan y más bien revelan la realidad peruana que emerge con transparencia y fuerza, quizás porque el deporte y sus franjas conexas como tema de fondo combina frustración continua y anhelo trocado en una burla colosal que desnuda a los Medios Masivos de Información y las jerarquías, broma que no por chabacana deja de ser paradigmática. Julio se esmera y se lo agradecemos... a pesar de la crueldad con que trata a su personaje.
El cigarro que volvía: Luís Eduardo Milano
Demasiado humo, demasiado vicio, demasiada tragedia, demasiada locura, con esta reiteración apunto a un relato con enfermedades inexistentes, palabras fetiche, mitos de la tecnología, aspectos que que no convencen hasta que aparece el episodio sobre el cual pivotara la magia de un pucho interminable (demasiado humo) que mezclado con el exceso (demasiado vicio) transforma el panorama en nauseoso, en asqueroso (demasiada tragedia) empujando al éxtasis definitivo de morir inhalando humo (demasiada locura), y es que así nos sentimos ante el conseguido personaje que nos endilga Luís ¿qué más se puede pedir?
El editorial visceral y sincero nos permite transitar por las venas abiertas del proceso editorial, así mismo nos entrega con ejemplar desparpajo las pulsiones secretas y anécdotas ocultas del autor que acude a compartirlas con la convicción que durante la lectura cada cual conforma ese ser multiforme y potente del cual nos hablaba Karl Gustav Jung, y es que en cierta forma recorrer los textos nutre ese constructo denominado “inconsciente colectivo” de la humanidad que permite explicar tantas extraños eventos. Según como abordemos las minibiografías serán con frecuencia tan sabrosas que constituyan un adecuado postre para el cierre o un agradable cordial de introducción al banquete literario propuesto.
Clonandino: Adriana Alarco de Zadra
Más allá de su tono ligero y líneas ingrávidas, casi suave miel, posee un fuerte núcleo que funciona como atractor: la posibilidad tecnológica de lograr lo que consideramos imposible. Y cuando creímos llegar al muelle de la carcajada con alguna burla al miembro clonado, chocamos contra el énfasis social, la denuncia que la autora asume en muchos de sus sentidos relatos, aquí atiborrado con recuperación de imágenes mitológicas, ligadas a la defensa de los discapacitados y expresiones del cinismo habitual con que el bloque de poder se solaza en perpetuar sus desatinos.
Hay que escuchar a los hijos: Carlos Enrique Zaldívar
Empieza colocándose bajo el abrigo protector de uno de sus autores más queridos mientras desbroza con detallada observación los comportamientos sociales de los implicados, y aunque presentimos de que tema debe tratarse, con una resolución siempre desplazada al párrafo siguiente logra acicatearnos para que arribemos a la sorpresa final. A pesar de que el uso del tiempo es deliberadamente confuso consigue transmitirnos una dimensión adicional cuando se recurre a la lectura dentro de la lectura. Nunca existirán explicaciones de porque el padre cubre jornadas de trabajo tan extenuantes ni como soportan una niñera tan negligente y horrorosa ni otros temas semejantes, pero no importa cuando palidecen ante el sortilegio inmarcesible de una cierta eternidad tramposa.
El amante de Irene: Daniel Salvo
Fluído, nos contagia al instante de su humor sarcástico, de su solapado intento de desmontar las artimañas de una familia suburbana para continuar estirando su vida convencional hasta el definitivo momento de la separación, ya no se quieren pero desean proseguir hasta el engaño final, y es que ese contacto ET que nos ofrece es sorprendente como un uppercut que irrumpe cuando menos lo esperas por el significado que lo acompaña, ¡ay, de las reivindicaciones de género!.
Selene: Gonzalo Del Rosario
Deriva ontogénica pautada por las etapas sexuales, no explicará cual tecnología se usa para captar cada coito realizado con afán, cada movimiento dibujado con placera, así que no tendremos otro remedio que otorgarle al diabloo a algunos de sus congéneres, discípulos o sirvientes el poder para liquidar a la víctima con la comprensión de sus avatares digitales y un postrer polvo.
¿Encuentro...?: Luís Antonio Bolaños De La Cruz
Un náufrago, fruto tardío de conflictos empresariales a largo plazo y choques violentos a renglón siguiente, sobrecargado de subsistemas redundantes mantenedores de vida, pero que no encuentra a su Viernes que lo redima sino a su verdugo que lo aniquila; una forma de vida muy ET aterrorizada por extraviar sus referentes colectivos, diseñada con acierto, y entregando suficientes elementos para conjeturar sobre su sociedad, sus angustias e intrigas y lo que influye sobre la toma de decisiones; planos que se mixturan para armar un desenlace fatal entre dos solitarios en medio de la aridez interminable de las planicies desgastadas de un planeta moribundo, ambos signados por la tristeza y... la desolación aunue por diferentes motivos. Una imagen sobre la dificultad de comunicarnos que sólo encontraremnos en el marco de un relato de CF.
Desencuentro: Luís Cangalaya
De la existencia dinámica universitaria al latido vibrante pero en simultánea indiferente de un cafetín, para exponer en las flagrantes heridas del protagonista el romanticismo más desenfrenado y especular, ya que lo que nos sacude en el papel sucede en una habitación muy particular y no dudamos que será la clave para la escena final.Y aunque no lo crean tras mis palabras, acaba bien.
Marcas: Eva Asdi
Eva nos presenta un excelente relato, tan gráfico que a pesar de no tenerlas, imaginamos las viñetas, resueltas con humor y gracia, atrapando destellos que recuerdan desde las incursiones de Julius Zimmerman hasta las de Joseph Michael Linsner y Jay Atanasio en el sabroso tema de relaciones sexuales entre ángeles y demonios.
El Jala Alma: Dennis Arias
Entre coloquial y casi costumbrismo campesino crea en pocas líneas el sinsentido necesario, y sin embergo coherente, para degustar lo fantástico y convertir el Jala Alma en un protagonista ordinario de la historia, pero donde lo insólito se torna cotidiano gracias al enfoque del autor.
Ramón, Doctor Corazón: Luís Torres
Buena redacción en esta muestra de ciberpunk peruano, ambientado cual mural exhorbitante promete mucho pero no remata, o como fresco colorido, al inicio apabullante pero que se despinta al final cuando se diluye y prácticamente no pasa nada, parece un capítulo para una obra de más largo aliento.
El nombre: Julio Meza Días
Las posiciones son trazadas desde el marcador y las descripciones del proceso apenas disfrazan y más bien revelan la realidad peruana que emerge con transparencia y fuerza, quizás porque el deporte y sus franjas conexas como tema de fondo combina frustración continua y anhelo trocado en una burla colosal que desnuda a los Medios Masivos de Información y las jerarquías, broma que no por chabacana deja de ser paradigmática. Julio se esmera y se lo agradecemos... a pesar de la crueldad con que trata a su personaje.
El cigarro que volvía: Luís Eduardo Milano
Demasiado humo, demasiado vicio, demasiada tragedia, demasiada locura, con esta reiteración apunto a un relato con enfermedades inexistentes, palabras fetiche, mitos de la tecnología, aspectos que que no convencen hasta que aparece el episodio sobre el cual pivotara la magia de un pucho interminable (demasiado humo) que mezclado con el exceso (demasiado vicio) transforma el panorama en nauseoso, en asqueroso (demasiada tragedia) empujando al éxtasis definitivo de morir inhalando humo (demasiada locura), y es que así nos sentimos ante el conseguido personaje que nos endilga Luís ¿qué más se puede pedir?
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